La magia más poderosa 3


Capítulo 3. La Hermandad de los Hechiceros II

Año 1232

Para sorpresa de casi todos los presentes en el Cónclave, la propuesta de Tissaia fue aprobada, convenciendo a los pocos indecisos entre los irreconciliables bandos del Capítulo para iniciar un acercamiento al reino de Cintra. Las alumnas de Aretusa recibieron la noticia con gran alegría aunque en verdad apenas significaba que el consejo aprobaba enviar una carta en su nombre a la atención de la reina Calanthe.

-Pues no es la gran cosa.- comenta Yennefer elevando su copa de vino temerio y tomando un largo sorbo.

-Según cómo se mire.- matiza Sabrina Glevissig, una maga de cabello rubio y ojos azules que se había sentado a su izquierda sin siquiera preguntar. Yenn hubiera preferido quemarse los ojos que compartir la cena con ella pero en estas ocasiones debía ser lo más comedida y amable posible, tal y como Triss, quien había ocupado el hueco de su derecha, no dejaba de recordarle con pataditas bajo la mesa cada vez que veía que la morena ponía los ojos en blanco.

-¿Ah sí? ¿Y cómo debemos mirarlo, querida Sabrina?- su tono condescendiente apenas logra ocultar la inmensa rabia que le da que la maga deje sus opiniones en el aire, reclamando una atención no merecida en aras de continuar una diplomática conversación.

Para desesperación de la hechicera de los ojos violetas, ahora es Sabrina la que se toma su tiempo para responder, sin apenas mirarla al hacerlo, tras dejar pausadamente su copa de vuelta en la mesa.

-¿No es evidente? Esto es una gran victoria del lado de Tissaia y Vilgefortz, su visión progresista y aperturista de la Hermandad ha dado un paso de gigante, convenciendo a muchos para unirse definitivamente a su manera de afrontar el futuro.- su tono de sabionda no había cambiado ni un ápice desde los tiempos en que las tres estudiaban juntas. Pero Yennefer apenas le había prestado atención a eso ahora, puesto que otro nombre había llamado su atención.

-¿Vilgefortz? ¿El joven mercenario?- la expresión de Yennefer no podía mostrar mayor sorpresa desconcertada e incluso un tanto socarrona. Todos sabían que llamar “joven” a un hechicero era bastante deshonroso, especialmente cuando se trataba de un miembro del Capítulo.- Aún no sé por qué Tissaia intercedió por él para permitirle entrar en el Consejo.

-Hum dicen por ahí que es debido a su destreza con la magia de guerra.- apostilla Triss- Aporta un conocimiento del mundo real al consejo que es muy valioso, alejado de los salones y de las intrigas palaciegas…

-Yo he oído que es porque se folla a Tissaia.- suelta Sabrina repentinamente, provocando que a Yennefer se le caiga el tenedor de la mano con un estrépito que hace que varias cabezas se vuelvan hacia ellas durante unos instantes.

-Tonterías.- se apresura a negar la pelirroja al otro lado de Yennefer.- Puede que tú sólo pienses con lo que tienes entre las piernas, ya sabemos que probablemente tu alcoba ha sido visitada por media Kaedwen a estas alturas, pero existe también el ascenso por méritos propios, para tu información.

-Si por mí fuera, no sería la mitad del reino, sino el reino entero, mi querida y frígida Merigold.- la provoca la rubia con una sonrisa divertida.

-Y si por mi fuera tu lengua ya sería pasto de los perros de caza de Demavend, Sabrina, así que vigílala, especialmente cuando hables de Tissaia de Vries. Recuerda que esa mujer te lo ha dado todo.- interrumpe Yennefer en un tono bajo y tremendamente amenazante, clavando sus ojos violetas en los azules de su pequeña rival, que parecía hacerse más y más pequeña a cada instante bajo la presencia de la morena. Su duelo de miradas no dura demasiado y Sabrina aparta la suya y termina por levantarse para dejar libre su hueco, abandonando la conversación con unos pocos restos de dignidad, que no parece que fuera a acabar bien para ella.

Triss había contemplado los últimos compases de la discusión con un asombro mudo y una mirada llena de brillo admirador.

-Algún día me tendrás que decir cómo lo haces, Yenn.- suelta una vez que Sabrina se ha alejado suficiente para no oírlas ni ver su gran sonrisa.

-¿Cómo hago el qué?- espeta quizás con algo de violencia Yennefer con la mirada clavada en su plato de comida a medio acabar. No había vuelto a tocar los cubiertos desde que Sabrina había dicho aquello sobre su amante por miedo a que el temblor de sus manos se hiciera evidente pero aún notaba el corazón galopándole con rabia dentro del pecho.

-Dar tanto miedo. En serio, creo que Sabrina va a dormir con un ojo abierto esta noche por si acaso le cortas la garganta mientras duerme.- Triss decide pasar por alto el tono de Yenn, asumiendo que su enfado se debe a su antigua rivalidad con Glevissig.

-Y haría bien en no dormir, aquí nunca se sabe qué oídos están escuchando para soltar ciertas cosas a la ligera.- suspira para relajar la tensión y mira a su alrededor, teniendo una sensación extraña en la nuca, como sintiéndose observada. Y ahí estaba, no se equivocaba, su mirada se encontró de lado a lado del gran salón con la de la directora de Aretusa, quien, a pesar de estar rodeada de los miembros del Consejo, seguramente debatiendo algún asunto de extrema importancia, había aparcado toda aquella conversación para observarla a ella específicamente.

Yenn se esforzó en componer una sonrisa tranquilizadora que contrastaba con el gesto mortalmente serio de Tissaia y no había que tener un título de la Academia de Oxenfurt para saber por qué. La directora de Aretusa tenía el raro poder de detectar el Caos en las personas a su alrededor, así es como encontraba a las futuras alumnas de su academia, siguiendo las perturbaciones que generaban en el Caos de la misma manera que se sigue el rastro de un animal herido en la nieve. Y el estado emocional de Yennefer con el comentario de Sabrina había sido como un terremoto sacudiendo un lago helado, una perturbación peligrosa y muy llamativa, afortunadamente, sólo para ella.

-Vaya, Sabrina se ha debido de ofender mucho para que Tissaia lo haya sentido.- aprecia, equivocadamente, o casi, Triss al darse cuenta de la dirección de la mirada violeta de su amiga- Auguro que va a caerte una buena bronca después.- añade con tono jocoso, metiéndole un poco el codo para distraerla de su contacto visual con la directora y consiguiéndolo, puesto que ésta vuelve su atención a la pelirroja como si nada hubiera pasado, ya casi totalmente calmada.

-Entonces todo va como siempre ¿no?- añade con una sonrisa relajada- Yo haciendo enfadar a Sabrina, tú y yo riéndonos y yo cargando con las culpas ante la directora. Nada nuevo bajo el sol ¿verdad?- añade con un tono fingidamente resignado y dramático.

-Oh venga, no te quejes, Tissaia siempre era más indulgente contigo.- se queja Triss sirviendo dos nuevas copas de vino para ambas.

-¿Disculpa? ¿Hablamos de la misma Tissaia que me mandó limpiar el abono de los establos durante un mes entero porque alguien- y su mirada acusadora se clava en los ojos verdes de la pelirroja- organizó una carrera de caballos en los pasillos?

Poco le faltó a Triss para expulsar el vino que había tomado por su nariz cuando Yennefer le recordó aquella trastada, y tuvo que hacer un gran esfuerzo por controlar su risa y todos sus líquidos dentro del cuerpo.

-No fui yo quien condujo su caballo por enfrente de la puerta de su despacho para tomar el atajo y ganar la carrera a toda costa.- le recuerda alzando las cejas.

-Y mereció la pena ver como tú y las otras mordíais el polvo de la estela que dejaba detrás.- acepta echándose hacia atrás en la silla, como si recordar aquello supusiera una nueva victoria para ella.

-Eras imposible, Yennefer, llevabas todos los juegos a una competición de alto riesgo.- protesta Merigold encogiéndose de hombros. Hizo una breve pausa para tomar un poco más de vino.- ¿Nunca te conformas, no? Nunca aceptarás tener menos de lo que tú crees que mereces.- su tono se volvió algo grave, pero amable, no había rastro de reproche, sino de una sincera preocupación.

Yennefer se lo piensa unos instantes antes de responder, su mirada viaja de nuevo por el salón hasta dar con la espalda de Tissaia, quien estaba de pie junto a Vilgefortz y otros miembros del Capítulo. Una pizca de cólera se agitó en su interior al ver cómo la directora tocaba el brazo del joven mago guerrero a su lado.

-No.- dice con un tono tajante y seco, carente de violencia esta vez.- Nací con todas las desventajas posibles, Triss, ya lo sabes, soy una mestiza, nací deforme y fui tratada como una indeseable desde ese mismo momento.- le recuerda, aunque ambas saben que no es necesario- El poder de canalizar el Caos es lo único que los dioses me han dado, la magia es mi vida y gracias a ese convencimiento es que he ido consiguiendo cada cosa que me he propuesto. No tengo intención de frenar, lo quiero todo y tengo todo el tiempo del mundo para conseguirlo.

Con una evidente desazón en el rostro, Triss eleva la mano hasta la mesa y toma afectuosamente la mano de su amiga poniendo su palma sobre ella, cubriéndola por entero.

-Vale. Solo…procura no perderte a ti misma mientras buscas ese todo ¿de acuerdo? Estás llamada a hacer grandes cosas Yennefer, muchas opinamos que serás la hechicera más poderosa del Continente, incluida ella.- no necesita pronunciar su nombre puesto que, de nuevo, era consciente de que Yenn estaba mirando en su dirección.- Pero si el ansia de poder te consume…también la perderás.- y con esas palabras capta la atención de la de los ojos violetas de vuelta a su conversación y su mirada hace preguntas que su boca no se atreve a verbalizar.

-Lo he sabido siempre, Yenn. No eres tan misteriosa cómo crees. No para mi.- casi parece disculparse con una sonrisa tímida- Tranquila, vuestro secreto está a salvo, sé que no es nada conveniente, no hay reglas que lo impidan pero…

-Sería un punto por el que Stregobor podría atacarla, lo sé. – ataja la morena tomando un buen trago de vino con un gesto necesitado, como si se le hubiera quedado la boca seca.- La pondría en una situación de vulnerabilidad y podrían usarme de excusa para restarle poder.

-¿Habéis hablado de ello?- pregunta Triss soltando la mano de Yennefer para tomar su propia copa y acomodarse en la silla.

-No ¿para qué? Somos mayorcitas para saber los riesgos, preferimos ocupar nuestro tiempo juntas en tareas más placenteras que en pensar en todo lo que podría salir mal.- suspira encogiéndose de hombros- Además apenas tenemos ocasiones de vernos.

-Lo imagino. Entonces ¿solo es eso? ¿Placer?- inquiere, audaz.

-Sí, sólo lo pasamos bien, disfrutamos…vivimos.- responde muy rápido la otra.

-Ya.- nada convencida, Triss lo deja pasar desviando la mirada.

Se forma un silencio extraño entre ambas, el murmullo de los cientos de conversaciones a su alrededor queda teñido por las notas del grupo de bardos que ha empezado a tocar para amenizar la velada. Pronto las novicias de la academia aparecieron para recoger los platos y los restos de comida, dando por concluido el banquete.

-¿Crees que es cierto?- suelta de pronto Yennefer dejando descolocada a su compañera que se había distraído mirando a los músicos.

-¿El qué?- preguntó sin comprender.

-Lo que ha dicho Sabrina.- concreta Yenn, sin que sea necesario decir el qué de todo para que la pelirroja aterrice.

-Ah…eso.- dubitativa, parece encontrar las palabras adecuadas.- Yo no lo sé con certeza Yenn…

La duda que muestra Triss se le clava como un puñal en el pecho a la morena, cuya respiración se agita ligeramente como si le costase llevar el aire a sus pulmones. Confiaba en que su amiga le hubiera dado una negativa rotunda.

-…lo cierto es que es extraño lo rápido que se ha adaptado Vilgefortz al Capítulo, para ser un hombre de acción ha encontrado un buen apoyo en Tissaia para comunicarse con el Consejo, parece tener un carisma inacabable y es un gran conversador y orador. Sé que muchas magas y algunos magos suspiran por él, en realidad es muy atractivo si lo piensas.

-Sí, tanto como una babosa.- interrumpe bruscamente la hechicera, negándose a seguir escuchando como su amiga ensalzaba las virtudes de ese arrogante espadachín.

-Oh vamos, no seas tan dura. Forman un buen equipo político ¿qué más da si luego comparten alcoba?

-Ah ¿o sea que crees que es posible que lo hagan?- incide Yenn luchando por mantener sus emociones a raya para no llamar la atención de la directora.

-No.- espeta la pelirroja con determinación- O sea, no lo sé ¿vale? Podría ser y podría ser que no, Tissaia tiene una larga lista de pretendientes desde tiempos inmemoriales, magos mucho más capacitados y con mejor estatus y nunca ha elegido a ninguno. Tal vez sólo haya tomado bajo su ala a Vilgefortz para ayudarle a encajar.

-Si…tal vez.- como su fuera un clavo ardiendo, Yennefer elige aferrarse a aquella posibilidad. Porque la alternativa era tan dolorosa que ni siquiera permitía que se formase del todo en su cabeza, el aguijón de los celos atravesaba implacable su corazón, el simple hecho de que él pudiera estar cerca de ella con aquella gente, sentarse a su lado en las reuniones, gozar con su compañía en público era más de lo que su orgullo podía soportar…como para encima echarle la leña de unos encuentros carnales en la intimidad. No, definitivamente no podía soportar aquello, así que prefirió negarlo.

-Sí, seguro que sólo son habladurías malintencionadas, como lo de Calanthe y Meve ¿cómo decías?- Triss se esfuerza por distraer a su amiga, con resultados parciales.

-Que los bardos inventan esas historias para robar peso político a las mujeres fuertes que pueden cambiar el mundo.- recuerda negando con la cabeza y aflojando la fuerza con la que había cerrado los puños casi hasta hacerse sangre con las uñas en las palmas.- Es cierto, como rumor es muy conveniente, sugerir que Vilgefortz sólo puede aportar su verga al Consejo es reducirle a un miembro con patas en lugar de a un mago capaz y con una sabiduría que no se aprende en los libros.- toma un buen trago de su copa para acabarla y dejarla con fuerza en la mesa, a tiempo para que sea recogida por una novicia de la academia.- Seguro que las anécdotas de Stregobor sobre encerrar a niñas en torres para evitar maldiciones se quedan en nada ante las verdaderas aventuras del mercenario.- se ríe al imaginar al viejo mago relegado a un segundo plano por no tener nada que aportar a una conversación sobre la guerra auténtica.

-Eso es, y creo que es bueno que entre sangre nueva en el Consejo, es la única manera de que las cosas se empiecen a hacer de otra manera.- confirma Triss, aliviada creyendo que ha alejado el fantasma de los celos de su amiga.

-Eso, y hablando de cambiar las cosas.- alarga el brazo y le quita la copa a la pelirroja de un plumazo y coge sus manos con presteza- Es hora de bailar.- anuncia sin dar opción a la otra a resistirse, tirando de ella al levantarse para hacerlo juntas.

-¡Esa es mi Yenn! Vamos a enseñarle a las nuevas cómo se hace.- sorprendida y animada, Merigold sigue a la morena por la sala trotando y riendo.

Las magas empezaron a bailar la alegre melodía de los bardos, dando saltos y cogiéndose las manos feliz mente entre risas y pronto sus movimientos animaron a las otras de su promoción a seguirlas, y luego vinieron las novicias y la noche se alargó hasta bien entrada la madrugada.

Al irse retirando todo el mundo, casi sólo quedaron las dos amigas y los músicos recogiendo sus cosas.

-Será mejor que me vaya ya a dormir, si mañana no aparezco en Temeria, a saber lo que hará Foltest, ese hombre no sabe gobernar sin mí.- empieza a despedirse la pelirroja dando unas palmadas en la mano de su amiga de forma un poco repentina.

Yenn se quedó un poco sorprendida de lo rápido que su amiga se había desvanecido, casi sin darle opción a decirle ni adiós pero no tardó mucho en entender por qué.

-¿Has disfrutado la noche?- la voz grave, sosegada, algo cansada pero firme de Tissaia la sorprendió a su espalda tras el banco de piedra en el que se había sentado en el patio. La morena se giró rápidamente sin levantarse y una sincera sonrisa se formó en sus labios, desbordante de alegría.

-La verdad es que sí, mejor de lo que me había esperado.- responde honesta.

-¿Puedo sentarme?- inquiere la directora señalando al hueco que Triss había dejado, pregunta ante la que Yenn boquea sin llegar a articular sonido alguno, sin saber qué decir, mira con desconfianza alrededor para confirmar que estaban prácticamente solas, los músicos ya se marchaban hablando entre ellos, apurando sus copas, seguramente demasiado borrachos para prestar atención a nada.

-Lo tomaré como un sí.- se auto responde la hechicera mayor tomando el lugar, sentándose tan cerca de la otra que sus cuerpos quedaron pegados, sintiendo el calor que emanaba la otra incluso a través de sus vestidos.

Se forma un cómodo silencio entre ambas, sentadas en la galería abierta al patio de la escuela, sobre el cual se veía el aro de fuego que se hacía flotar mediante magia para señalar la fulgurante reunión e iluminar las estancias exteriores. Y más allá de ese aro mágico, las estrellas eran las únicas testigos de su cercanía.

-¿Y tú? ¿Has disfrutado la velada?- pregunta la morena, necesitando romper ese silencio por miedo a quedarse dormida sobre el hombro de su secreta amante.

-Oh, sí. Darle en las narices a Stregobor durante la reunión y poder hablar de ello toda la noche ha sido una experiencia que no esperaba gozar tanto, la verdad.- y esta fue una de las pocas veces que el semblante de Tissaia era iluminado por una gran y relajada sonrisa.

-Te lo mereces, has trabajado muy duro por este acuerdo.

-Calanthe no cederá, sé que dirá que no.- apunta para bajar de los cielos quizás su propia expectativa.

-Pero eso ya lo sabías.- insiste la morena- No es por eso por lo que has decidido presentar esa moción al Consejo.- bajo el pliegue de su vestido, sobre el banco de piedra que sus ropajes ocultaban, Yennefer buscó la mano de su maestra, tomándola con la suya en un gesto del que solo ellas serían conscientes, puesto que las vestiduras eran tan amplias que nada podía sospecharse. – Tu trabajo es que los demás vean que no solo Stregobor y Artorius son los únicos que pueden decidir. Formas un frente común que muestra que hay otra manera de pensar.

Tissaia la escucha embelesada, apretando sus dedos entre los suyos con toda su discreción.

-Vaya ¿ahora te interesa la política?- comenta sorprendida.

-No, en realidad no.- confiesa, riendo y ocultando su risotada con la mano que tenía libre.- Me lo ha hecho notar la sabionda de Sabrina, ya sabes, estaba haciéndose la listilla con sus sagaces deducciones.

-Ah ya decía yo.- se ríe también por haberse creído por un momento que a su díscola antigua alumna le importaban los vaivenes de la intriga política.- No le faltaba razón a Sabrina, en todo caso, para mí era importante ganar hoy porque hemos convencido a muchos para que nos apoyen en el futuro. Eso puede cambiar la manera en que la Hermandad hace las cosas, podríamos llegar a construir verdaderas alianzas entre los Reinos del Norte en lugar de conformarnos sólo con que no se destruyan entre ellos.- apunta elevando la mirada al cielo, tal vez dejándose llevar demasiado por sus sueños de conciliación.

Entonces su gesto se ensombrece un poco por un instante y sus labios se fruncen al entrar otro pensamiento en su cabeza.

-Por cierto ¿qué más te dijo Sabrina?- inquiere al recordar ese momento.

– ¿Qué más me dijo de qué?- Yenn se hace la tonta para ganar tiempo y recobrar la compostura para decidir cómo enfrentarse a lo que se venía encima.

-Vamos Yenn…- insta la directora alzando las cejas, sabiendo perfectamente lo que la morena estaba intentando hacer.- Prácticamente perdiste los papeles en un instante, como un volcán en erupción. Pensé que ibas a atravesarla con un rayo de lado a lado del pecho.

La morena se sonroja un poco y se forma una sonrisa, admitiendo para sus adentros que le hubiera gustado poder hacerlo.

-Ah, eso…no fue nada, es una bocazas, ya sabes que siempre nos hemos llevado mal.- trata de esquivar, rehuyendo su mirada, pero entonces Tissaia pone dos dedos en la barbilla de la joven y atrae su cara delicadamente hasta enfrentar sus ojos con los propios.

-Yenn…- repite con tono suave pero decidido.

-Ag…está bien…-capitula, aparentemente la de los ojos violetas.- Es una tontería, sólo se pavoneaba de que Kaedwen está tan fuerte desde que ella aconseja al rey Henselt que podría hacer realidad las paranoias de Demavend y reclamar los territorios en disputa de una vez por todas.- se inventa sobre la marcha, pero es un farol muy bien armado, dada la cierta rivalidad que existía entre ambos reinos por una zona de conflicto latente. Rezó para sus adentros porque Tissaia se lo creyera por que en verdad no se sentía capaz de confrontar la verdad con ella y descubrir…lo que no quería saber.

Se hizo un tenso silencio que apenas duró unas fracciones de segundo antes de que Tissaia lo rompiera.

-Bah, no le hagas ni caso, es una provocadora, el rey Henselt está demasiado ocupado limpiando su reino de la amenaza de la alianza de elfos y los enanos que asaltan sus caravanas, los Scoia´tael, un grupo de guerrillas que viven de saquear en los caminos y de hacer pequeñas incursiones para lograr suministros que aseguren su supervivencia.- informa Tissaia, sabedora de que Yennefer no tenía por qué saber sobre esas bandas ya que no se prodigaban en Aedirn.- No son peligrosos, pero si molestos, tienen bien ocupada a la milicia y casi mejor, si están protegiendo sus carros y sus campos los reyes no están pensando en atacarse entre ellos.

Yennefer suspira aliviada de forma casi ostentosa y vuelve a mirar a las estrellas con aire distraído.

-Tienes razón, Triss también me dijo que no le diera importancia.- sale de puntillas del asunto y termina dejando caer con languidez su cabeza en el hombro de su antigua maestra, odiaba mentirle pero, si lo pensaba bien, estaba justificado, porque ella tampoco le había hablado de su relación con Vilgefortz, fuera de la naturaleza que fuera.

-Yenn te vas a quedar dormida.- le advierte la otra, aunque apenas se podía entender como una queja.

-No…solo cinco minutos.

-Vale, luego nos vamos a dormir ¿sí? Has tomado un poco de vino de más.- casi parece una regañina divertida.

-Que va…es que en Aedirn el vino no es tan fuerte.- se excusa, ahogando un bostezo.- ¿Podemos dormir juntas?- pregunta en un tono quedo, bajando aún más si cabe la voz, como si temiera algún tipo de negativa o excusa.

Tissaia se ríe y deja escapar el aire por la nariz negando con la cabeza.

-No tenía yo plan de hacer otra cosa, por eso he venido a buscarte.- confirma como si fuera lo más evidente del mundo.

-Claro, es obvio.- razona Yennefer dejando salir un largo suspiro cansado.- No puedes vivir sin mi.- el efecto del vino parece estar llegando a su punto más elevado en el peor momento posible, provocando otra pequeña risa en la maestra.

-Justo, eso es.- le da la razón sin plantar batalla, sabiendo que Yenn no estaba en disposición de mantener una conversación. Y tal vez porque no le faltaba algo de razón.

En pocos instantes notó como la respiración de la joven se volvía más rítmica y profunda y supo que se había quedado dormida.

Suspira a su vez sabiendo que tenía que haber insistido más en irse antes y negó con la cabeza, elevando su mano libre para acariciar los cabellos que estaban sobre el rostro de Yennefer y colocarlos tras su oreja en un cariñoso gesto con el que se sorprendió a sí misma.

-Qué voy a hacer contigo…- musita en un tono cariñoso y lleno de calidez, aunque teñido de una suave amargura resignada, sin esperar respuesta en realidad.

La dejaría dormir un poco más antes de despertarla para irse a acostar, estaba cansada para hacer un portal y temía que su exalumna ebria vomitase por el efecto del portal. Pero ahora…ahora sólo quería mirarla un poco más a la luz del fuego y de las estrellas, después de todo mañana tendría que volver a su reino y sólo los dioses sabían cuando la volvería a ver.

Durante un instante su mente se distrajo recordando a Vilgefortz y las atenciones que éste le prodigaba, se empleaba a fondo por conquistarla y, para qué negarlo, Tissaia se había ido dejando querer cada día un poquito más por el mago guerrero. Pero entre ellos no había más que una amistad por ahora, Tissaia tenía el corazón demasiado inundado de aroma a lilas y grosellas para pensar en tener algo con nadie más. Sabía que esto era pasajero, que no podía durar, que era mejor no implicarse porque no había una vida posible para ellas, pero por ahora, abotargaba su corazón con estos pequeños momentos y en su recuerdo de los mismos cuando ella no estaba. Y por ahora le iba bien. Era feliz y estaba en paz. Con eso tenía suficiente.

Giró su cara y depositó un suave beso en la frente de la hechicera, dejando los labios allí pegados un tiempo indeterminado y luego volvió su vista al cielo nocturno, procurando no pensar en mañana.