ARCANE. Más allá del deber 9


El miedo en tus ojos.

En el interior de una habitación del hospital de Piltover, Mel Medarda había sido liberada de la mascarilla que la ayudaba a respirar. Su estado había mejorado considerablemente en pocos días, su capacidad para sanar había sorprendido a médicos y a enfermeros, pero no a Jayce. El inventor sabía que la consejera era una mujer fuerte que podía con esto y con mucho más. 

El jefe del consejo no se había separado de la silla junto a la cama de la mujer más que para resolver los asuntos de extrema urgencia, pero pronto había regresado una y otra vez, desoyendo los consejos de la recuperada señora Kiraman y de otros ilustres ciudadanos de Piltover que demandaban un liderazgo. Pero Jayce no se sentía capaz de liderar a nada ni a nadie…si no veía el brillo de los ojos de la consejera junto a él.

Por fortuna para la desgobernada ciudad y para el ánimo del hombre a cargo, Mel empezó a abrir los ojos aquella noche, removiéndose con cierta intranquilidad por unos momentos.

-¿Jayce?-musita apenas hubo abierto una rendija entre sus párpados, su voz surge en un hilo apenas audible pero el inventor salió de su duermevela encontrándose súbitamente despejado y alerta…pero inmensamente feliz.

-Mel…estoy aquí.- responde el hombre del progreso, apretando la suave y delicada mano de la consejera entre las suyas. La sonrisa de la Medarda fue como un baño de calidez en su piel y tuvo que luchar para dominar sus lágrimas que pugnaban por salir.

Finalmente Mel consiguió abrir los ojos del todo y observó al consejero primero con adoración y luego con una gran dosis de sorna.

-Estás horrible ¿hace cuánto que no te cambias?-pregunta desdeñosa aunque su sonrisa no se había borrado.

Jayce se sonroja y mira a sus ropas, realmente estaban echa un desastre aún tenía los desgarros del atentado y, aunque ya no lucía vendas, en su cara había algunos puntos de aproximación y  su barba estaba más que descuidada.

-Eh…yo ¿lo siento? Es que no…no quería dejarte sola.

-Mira que eres…suerte que eres guapo.- extiende la mano con esfuerzo y le acaricia la mejilla, gesto que el inventor corresponde acercándose más a la cama y reposando su palma en el dorso de ella.

Pasaron así algunos instantes mientras la consejera volvía del todo en sí, fue preguntando sobre los últimos acontecimientos, sobre el resto de los consejeros y los daños del atentado.

Jayce la puso al día de todo, incluido el juicio de Vi, los papeles que jugaron su madre y Caitlyn Kiraman durante el mismo y la resolución.

Tras contarle estos últimos detalles, el semblante de Mel se tornó preocupado y serio, su vista se desvió hacia la ventana de su cuarto, a través de la cual se veía la otra orilla del rio Pilt. Se quedó callada tan largo rato que Jayce empezó a impacientarse y terminó hablando.

-¿Pasa…algo?-pregunta sin entender a qué viene el mutismo de la consejera.

-Si. Ya sé qué hace aquí mi madre. Sé lo que ha venido a buscar…y hará lo que sea para conseguirlo.- explica con afectación y solemnidad, visiblemente  sombría.

-¿Qué? No lo entiendo…-confundido, Jayce espera la respuesta de la otra, apretando la mano entre las suyas.

-La guerra. -responde con simpleza-Y se la hemos puesto en bandeja.

Jayce desvía la vista a la ventana tratando de comprender los enigmas que le planteaba la mujer morena.

-¿Con Zaun? ¿Por qué? ¿Cómo eso podría beneficiarla?

-Las armas Hextech…es la razón por la que ha venido. La razón por la que sigue aquí. Todo lo que ha sucedido, el atentado, e incluso mi estado…son sus instrumentos para mover los hilos a su antojo. -suspira y vuelve la vista al jefe del consejo.- ¿Dónde está la joven Kiraman? Debo hablar con ella…

-No…no está…ha acompañado a la zaunita al distrito subterráneo.-informa, aún con un gesto confuso.

-Ah…mierda. Ya es tarde.

-¿Tarde? ¿Tarde para qué? ¿Caitlyn está en peligro? ¿Por los habitantes del distrito suburbano?

-No. No lo entiendes, Jayce…mi madre no se detendrá ante nada para hacerse con las armas Hextech. Estamos siendo sus peones en el campo de batalla, tu, Caitlyn, Vi, Piltover, Zaun…esto es su campo de pruebas. 

-¿Quiere las armas para el Imperio?-pregunta Jayce dejándose caer sobre la silla tragando saliva- No lo permitiré. Aunque estalle el conflicto yo…

-No podrás hacer nada. Cuando se hayan creado las armas, cuando se hayan probado, cuando estén en la calle, no tendrás ningún control sobre ellas. No sabes lo que es la guerra, Jayce, es caos y muerte, es tremendamente fácil que mucho armamento sea desviado y para cuando quieras darte cuenta…

-¿Y qué podemos hacer? Maldita sea no me lo vi venir…pensé que…pensé que sólo estaba enfadada y vengativa por tu estado, no pensé que…

-No la conocéis como yo.- afirma Mel negando con la cabeza- No hay mucho que podamos hacer…si haces cualquier cosa en contra de mi madre, abrirás un conflicto con Noxus y si entras por la fuerza en Zaun, prenderás la mecha de las hostilidades.

-¿Entonces?

-Calma. Algo se nos ocurrirá.- alza la mano y toma la de Jayce, con algo de fuerza, intentando transmitirle una seguridad que no sentía.- Algo se nos ocurrirá.

________________________________________________________________________________

Cait…Caitlyn ¿me oyes? Tienes que…tienes que estar bien…- una súplica ahogada se colaba en los oídos abotargados de la vigilante, quien estaba segura de que no habría oído esas palabras si no fuera porque la voz que las pronunciaba era tan importante para ella.

Tan importante como para caer en una trampa tan predecible como absurda  le recrimina una vocecilla en su cabeza, suena como un eco mientras la de Piltover sacudía la cabeza para despejarse. Abre los ojos con lentitud y mira al frente. 

Vi está delante de ella con esa faz tan preocupada, la desesperación más genuina pintada del color más gris de sus ojos. Y no era para menos. Caitlyn va saliendo de su inconsciencia sólo para darse cuenta de que la situación es, cuanto menos, preocupante.

Ambas estaban atadas a sillas con reposabrazos, la manos ancladas a éstos y también los tobillos a las patas, impidiendo cualquier movimiento salvo el del cuello. Seguían en el interior de La Última Gota, y los recuerdos de los minutos anteriores a perder la consciencia fueron asaltando la mente de la vigilante a medida que se iba situando.

Por su parte la pelirrosa estaba más que situada, llevaba un buen rato llamando a Cait con toda la sutileza de que era capaz, sabía que no estaban solas pero por ahora los noxianos no les prestaban atención. La de Piltover tardó tanto en despertar que Vi temió  que tal vez no pudiera hacerlo nunca. Así que verla volver en sí finalmente fue la buena noticia de la noche. Aunque no esperaba recibir ninguna más.

Los han matado…a los de Zaun.- informa Vi intentando captar la atención de Cait pues sabía que la Kiraman estaba intentando recopilar datos, pero era fútil su esfuerzo pues la matona ya había visto lo que había ocurrido.- Eran cabos sueltos, no quieren dejar pruebas de lo que están haciendo aquí.

Caitlyn se esfuerza enfocar la vista en su compañera y asiente despacio a sus palabras, no deseaba hacer ningún gesto brusco con la cabeza para alejar el mareo que sentía acechándola.

¿Do-donde están?-continua la vigilante en un susurro urgente, carraspeando un poco, el químico le había dejado la boca seca y le estaba costando vocalizar.

Como respuesta, Vi estira su cuello todo lo que puede y señala a detrás de su respaldo, hacia las escaleras de subida y la vigilante siguió su gesto por encima de la cabeza de la pelirrosa. Sin molestarse en entrar en ningún despacho, allí estaba Ambessa, charlando con algunos de sus soldados. Al mirar de nuevo alrededor pudo comprobar que había mucha sangre en el suelo y paredes y que otros soldados noxianos arrastraban cuerpos hacia el sótano del local.

Ese sitio tiene aspecto de tener el sótano lleno de cadáveres… recuerda la vigilante, ensombreciéndose su mirada al instante. Puede que los zaunitas no fueran sus personas favoritas, especialmente algunos de esos zaunitas que no habían dudado ni medio segundo en pujar por la vida de la pelirrosa…pero habían caído en una trampa en la que eran necesarios colaboradores pero peligrosos de dejar con vida. Una trampa que había sido hecha para ellas.

Sabía que vendríamos, que tonta he sido. Era tan evidente…-se lamenta la vigilante con el odio grabado a fuego en sus pupilas que habían vuelto a escrutar en lo alto de la escalera.

No te hagas eso. Si no lo has visto venir ha sido por mi culpa. Debimos pararnos a pensar, es mi culpa que nos hayamos metido en la boca del lobo…

-No Vi, no…yo quise seguirte, no es tu cul…

-Vaya, ¿ya se despertó la princesa del cuento? Cuánto me alegro, espero que haya disfrutado de un sueño reparador.- interrumpe la gruesa voz de Ambessa Medarda seguida de unos pasos escaleras abajo. La acompaña el repiquetear metálico de su espada contra los broches de sus ropajes tachonados y el roce de su capa carmesí contra el suelo de madera.

Caitlyn alza la vista y no dice nada, tan sólo la sigue con los ojos porque desde su posición puede ver cómo se acerca por la espalda de Vi, cuyo rostro se había tensado y la vigilante podía ver cómo ésta hinchaba sus músculos haciendo acopio de todas sus fuerzas para intentar liberarse, en vano, las cuerdas eran extremadamente fuertes.

-Vieja zorra de Noxus, si le pones una mano encima te voy a…- espera la pelirrosa, rabiosa como un león enjaulado.

-¿A qué?-le devuelve con calma la noxiana exhibiendo una sonrisa divertida al llegar al lado de la zaunita y mirarla desde su posición de poder. Vi guarda silencio entonces, consciente de que no hay ninguna amenaza que pueda cumplir y se limita a resoplar con fuerza- Eso me parecía.- se acuclilla y enfrenta su cara con la de la matona, bastante cerca, como si admirase el brillo de sus ojos- ¿Sabes? Podría irte bien en Noxus, tienes fuerza y valor, alguien como tú sería muy valioso para el Imperio…

Un esputo directo sale de la boca de Vi para aterrizar sobre la mejilla de la noxiana, la saliva se queda allí pegada un instante interrumpiendo sus palabras y luego resbala despacio, muy despacio por su cara hasta gotear en el suelo con un ruido sordo. Por su parte Ambessa no se inmuta en absoluto, ni siquiera pierde su sonrisa aunque ésta se vuelve un poco más amarga. Con el dorso de su mano y como si careciera de toda importancia, elimina los restos de saliva de la zaunita de su mejilla y se incorpora lentamente, mirando a uno de sus soldados y asiente con la cabeza en su dirección. Entonces este se pierde en algún rincón de la sala, volviendo en unos segundos.

-Lástima…lo tomaré como un no. Será por las malas.- dice con aire fingidamente dolido y el soldado que mandó moverse posa una especie de mesa baja y pequeña junto a la silla donde está atada la silenciosa Caitlyn. El soldado comienza a desatar el brazo de ésta para sorpresa de ella misma y de la zaunita, pero sólo para luego forzarlo a moverse y atarlo al mueble que acaba de traer, separando su mano izquierda de su cuerpo para un propósito aún no del todo claro.

-Déjala joder, ¿Qué es lo que quieres?-increpa la zaunita pasando sus ojos de hito en hito entre la noxiana y su compañera, la incertidumbre la estaba destrozando por dentro.

-Ambessa, mi familia te pagará lo que pidas, deja marchar a Vi, no dirá nada y sabes que nadie la escuchará. Ni siquiera puede volver a Piltover sin las gemas, no puede decir nada en tu contra.- intenta razonar la vigilante, forzándose a mantener la calma, intentando indagar en la hermética noxiana.- No hagas algo de lo que puedas arrepentirte…piensa en tu hija.

Aquella última frase de la Kiraman si provocó una leve reacción en Ambessa, quien sonrió y llevó la mano a algún lugar de su cintura, oculta por el manto carmesí noxiano.

-Si, justo por ella lo hago. Pero no te equivoques, Kiraman…tu dinero no te salvará. -afirma despacio, sacando de entre sus ropajes una simple herramienta, un martillo de madera reforzado con sendas placas de metal en sus bases.

-¿Qué…qué vas a hacer?-pregunta Vi intranquila, apretando los dientes al ver el mazo.

-¿Recuerdas cuando hablé de los métodos noxianos en tu Juicio, chica?-replica la Medarda con una sonrisa sádica en sus ojos.- Vas a ver que no iba de farol…ahora hablaremos de verdad. Con sinceridad ¿verdad, Vi?-pregunta luego y, de súbito, descarga un severísimo golpe sobre el dorso de la mano de Caitlyn, se oye un ligero y desagradable sonido de articulaciones resentidas. 

La vigilante apenas logra ahogar su grito de dolor y por instinto trata de forcejear contra sus ataduras, hiperventilando y con los ojos llenos de lágrimas. Por otro lado, la matona se había quedado inesperadamente contenida, apretando sus puños contra la madera de la silla, con los ojos llenos de genuina ira llameando sobre la noxiana.

-Voy a matarte, maldita puerca…no va a quedar de ti ni polvo que barrer…

-Estoy temblando, chica.- responde Ambessa, muy satisfecha de las reacciones provocadas.-Tal vez tengamos tiempo luego para jugar…pero ahora…¿Dónde está Jinx?

La pregunta dejó descolocada a Vi, borrando un poco su rabia para sustituirla por confusión.

-¿Cómo quiere que lo sepa? ¡No…no sé nada de ella!- espeta apretando la mandíbula.

Ambessa niega con la cabeza, da una vuelta alrededor de Caitlyn quien sigue retorciéndose un poco en su lugar. 

-Respuesta equivocada.- y de nuevo baja con inusitada fuerza el arma, esta vez sobre la rodilla desprotegida de Caitlyn, sonando ahora un claro ruido de huesos rotos, un escalofriante acorde de chasquidos húmedos regados por el chillido de dolor incontenible de su propietaria. Pronto el pantalón de la Kiraman empezó a mojarse de una sustancia oscura y pegajosa desde dentro.

-¡PARA! ¡BASTA POR FAVOR! HAZ CONMIGO LO QUE QUIERAS PERO DÉJALA!- vocea Vi, perdida toda su dureza, inclina su cuerpo hacia delante tanto como puede notando como las cuerdas abrasan su piel pero ese dolor no era nada comparable con lo que sentía al ver como torturaban a la persona que más amaba en el mundo.- ¡ES MI HERMANA! 

La revelación sorprende en gran medida a Ambessa quien aleja el martillo del cuerpo de Caitlyn para mostrarle a Vi que tenía toda su atención.

La del pelo rosa traga saliva y su mirada se cruza con la de la vigilante quien aún tiene entereza para negar un poco con la cabeza, queriendo impedir incluso ahora, que Vi revele esa información ni ninguna otra.

-Es…era mi hermana. Se…se llamaba Powder, pero…ahora ella es Jinx y…y no sé dónde puede estar ni qué hace…por favor tienes que creerme…- suplica Vi, sacudiendo la cabeza, dejándose caer sobre el asiento, derrotada.

-Te creo, chica. Te dije que los métodos noxianos eran eficientes.- confirma con un sonido similar a una leve risa que helaba la sangre- ¿Ella tiene los guantes esos? ¿Los dichosos Atlas?

-No…no lo sé…

Ambessa  chasquea la lengua con hartazgo, enarbola de nuevo el martillo y golpea rabiosa de nuevo la mano izquierda de la vigilante, ahora ésta extremidad también ha sonado a fracturas varias y varios dedos parecen incapaces de volver a su forma original. La Kiraman estalla de nuevo en quejidos y llanto, sin fuerzas para removerse, con una pierna y una mano destrozadas.

-Respuesta equivocada, Vi…

-SI SI…¡los tiene ella! La última vez que los vi fue…ella los tenía.- grita la zaunita, ya sintiendo cómo las lágrimas afloraban por sus mejillas.

-¿Dónde?

-En la vieja fábrica de conservas…al oeste de Zaun…-responde tironeando de sus ataduras- Atiéndanla por favor, les llevaré allí, haré lo que sea, pero Cait…necesita un hospital, por favor.

-Oh por supuesto que nos llevarás. Confío en que tu hermanita no dispare contra ti en cuanto te vea, serás un precioso escudo.- afirma la noxiana con calma, pensativa.-Pero…me temo que la señorita Kiraman…bueno, esta ha sido su última noche.- con un ruido sordo, Ambessa abandona el martillo sobre la barra del bar y al volverse sobre las chicas, desenvaina la inmensa hoja de su espada, apuntando directamente como una guillotina sobre la cabeza de la vigilante quien seguía vagamente consciente

-¡NO! ¡NO POR FAVOR! Por favor no no lo hagas no no no…-suplica la zaunita renovando sus esfuerzos contra las ataduras, notando que éstas incluso parecían ceder ligeramente, pero no lo suficiente, si tan sólo tuviera unos minutos más- ¿POR QUE? ¿Qué ganas con esto?

-Es fácil chica…la historia la escriben los vencedores. A mi regreso, los del ala superior conocerán la historia de cómo una pobre vigilante fue engañada por una malvada zaunita para que hablara en su favor en un juicio, para así quedar libre y luego matarla y arrojar su cuerpo al Sumidero. -relata tranquilamente la noxiana, recreándose en los detalles de su historia- Esa zaunita resultó ser hermana de la terrorista Jinx y se rumorea que andan juntas perpetrando un golpe definitivo contra la ciudad del progreso. Sin duda Piltover tiene que defenderse y declarar la guerra a la nación de Zaun ¿no crees? Y Noxus ayudará en tan noble causa para limpiar el honor de la familia Medarda. Se crearán armas hextech capaces de dar la vuelta a cualquier conflicto y de una manera o de otra, esas armas llegarán a Noxus y la familia Medarda será la artífice del progreso del Imperio.- su tono se eleva al tiempo que lo hace la hoja de su arma, Vi continúa luchando contra las ataduras, nota como una de las cuerdas de su torso se ha aflojado, ya casi lo tenía.- Y el mismísimo general Swain hincará la rodilla ante mí y suplicará clemencia por arrebatar la vida de mi hijo.-culmina su discurso llegando su hoja al extremo que le permitían los brazos de la noxiana, quedándole sólo ahora trazar la trayectoria de regreso que cercenaría la vida de Caitlyn.

-No no no no NOOOOO-removiéndose con todas sus fuerzas, Vi ve que no va a ser capaz, la soga se resiste, el tiempo para ella parece ir cada vez más y más despacio pero la hoja de Ambessa corta el aire a gran velocidad, imparable, despiadada.

Con la fuerza de un tornado, algo de grandes dimensiones impacta sobre el ventanal de La Última Gota, estallando el cristal el grandes y gruesos pedazos que vuelan en todas direcciones mientras aquella inmensa bola oscura impacta sobre la general noxiana, barriéndola de su posición para estrellarse juntos contra la pared lateral del local. 

Antes siquiera de poder ver qué era esa cosa otra figura armada hasta los dientes, sangrando copiosamente de feas heridas en la cabeza y el brazo, aparece entrando por el agujero abierto en la cristalera, sus trenzas azules casi rozan el suelo y de su ligero cuerpecillo pálido cuelgan enormes armas de aspecto pesado pero que no debían serlo a juzgar pro lo erguida y enérgica de la figura que las portaba. 

Los ojos rojizos de Jinx examinan toda la sala mientras toma con dificultad a causa de sus heridas la ametralladora pesada y ésta empieza a dar vueltas lista para arrojar la lluvia de balas…pero se detiene al ver a los ocupantes de ese local, la máquina deja de dar vueltas y su mirada pasa de un rincón a otro tratando de comprender lo que sucedía.

-Powder…-musita Vi, anonadada por la velocidad con que todo se había sucedido, habiendo dejado de pelear con sus ataduras para mirar a la persona cuya figura se recortaba por el contraste de luz con el exterior.

-Bravo, hermanita, parece que te gusta estar atada a sillas, ¿mejor no te molesto?-pregunta con su tono chirriante, burlesco y desagradable.

Pero no hay mucho tiempo para conversar, pues la cosa que atravesó la ventana en primer lugar empieza a levantarse sobre el cuerpo moribundo de Ambessa Medarda, todo ensangrentando en el suelo. La criatura era una especie de colosal mutante todo cubierto de pelo, con grandes orejas, ojos sedientos de sangre, estaba dotado de garras afiladas como cuchillas y sus fauces parecían la entrada al mismísimo infierno. La criatura lobuna se incorpora en toda su envergadura y fija sus ojos brillantes como brasas en Vi como si nada más existiera en la habitación.

-El miedo en tus ojos… lo he visto antes.- musita con un gruñido bajo y amenazador, al tiempo que gruesas gotas de babas caen sobre la madera del suelo.

,