ARCANE. Más allá del deber 7


El lugar del que venimos

Sabía que aquella noche nadie le buscaría en la Academia, estaban demasiado ocupados con la explosión y los daños, pero tampoco podía arriesgarse. Tenía que ser rápido y permanecer concentrado.

Lo primero que hizo fue cerrar la puerta de sus despacho por dentro, sólo Jayce tenía la llave pero estaba seguro de que no tenía que preocuparse por él, no recordaba la última vez que el jefe del consejo se había dignado a aparecer por el taller que otrora fue su segunda casa. Ya no importaba, Viktor no tenía espacio para el rencor, él había elegido su propio camino, uno que el de Zaun no podía seguir. Y tampoco podía pedirle que le acompañara en el sendero que estaba apunto de emprender…

…no…él no lo entendería. ¿Cómo podría? Su corazón es de oro pero…nació en Piltover. Nunca podrá comprender…es demasiado tarde. Se lamenta en gran medida el investigador, ocupando su silla con pesadez, mirando de reojo el núcleo Hex que danzaba en sus aterradores colores morados iridiscentes, ajeno a todo el caos desatado con la destrucción del consejo.

Viktor despierta de su pequeño momento de abstracción y sacude la cabeza. Tenía un plan y no podía dejar que el tiempo se lo estropeara. Agarró una libreta y comenzó a sumergirse en sus cálculos, dibujando runas y gráficas con una agilidad pasmosa, imbuido de un afán cuyo propósito él tenía muy claro…era como si algo hubiera puesto en su mente el conocimiento de lo que tenía  que hacer.

Le llevó casi toda la noche, parecía que el sol le descubriría en el despacho en la madrugada pero sin embargo logró acabar antes de que éste despuntara y abandonó el edificio que lo vio nacer como inventor, la ciudad del progreso quedó a su espalda, no podía mirar atrás…aunque el corazón le pesaba.

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Un atardecer de luces rojizas bañaba el puente del distrito de los Carriles, el paso legalmente establecido entre Piltover y el distrito suburbano. A estas horas y con lo que había ocurrido, nadie se atrevía a cruzar, los vigilantes armados lo custodiaban día y noche, quien sabe si para evitar altercados o simplemente estaban esperando la orden de atacar.

Sea como fuere nadie osó impedir el paso de Caitlyn y Vi en su camino a la otra orilla del rio Pilt. La del tatuaje en la mejilla llevaba la cara cubierta por su capucha, le resultaba más cómodo pasar así entre los vigilantes, llevaba toda su vida intentando evitar mirarles a la cara, temía que los sentimientos la controlasen y terminara haciendo algo que la metiera en más líos de los que ya tenía encima. 

A su lado, con la barbilla bien alta en contraste con su compañera, caminaba la joven Kiraman que sí intercambió miradas desafiantes con los vigilantes de la frontera, seguramente éstos se extrañarían al ver que la del pelo azul no llevaba su uniforme de vigilante, algo bastante extraño pero a lo que Caitlyn había accedido por recomendación de la zaunita. Les convenía pasar desapercibidas en la medida de lo posible y aunque no las reconocieran abiertamente, a ningún habitante del distrito suburbano le agradaría ver a una vigilante merodeando por su barrio especialmente con la tensión que se respiraba tras los últimos acontecimientos. Una pequeña chispa, incluso sólo el rumor de una cerilla intentando encenderse era suficiente para que toda aquella tensión explotara, como si de un conducto lleno de gas se tratara. 

Y las chicas no querían estar en medio de aquel fuego. 

No fue hasta que no dejó de sentir las miradas de los vigilantes clavadas en su espalda que Vi no se relajó y alzó un poco los hombros que inconscientemente bajaba cada vez que en su interior sabía que no le convenía buscar problemas. La zaunita no se había dado cuenta de esos detalles, pequeñas manía adquiridas con el tiempo pero Caitlyn vivía para conocer esos detalles, su aguda mente percibía el lenguaje corporal con gran facilidad, y su intuición no fallaba cuando se trataba de juzgar a alguien. Por eso se sentía tranquila junto a Vi, sabía que podía confiar en ella. Lo supo casi desde el mismo momento en que la vio. 

Y hasta ahora no se había equivocado.

Llegando al final del puente, tomaron el ascensor que las haría bajar a las mismas entrañas de Zaun, el distrito de las Lindes era el más perimetral del suburbio, aquí se apelotonaban los comercios, las tabernas y los burdeles, como un reflejo oscuro del distrito del Comercio de su hermana superior. Un reflejo oscuro, si, decadente, sucio, maloliente y peligroso, pero ideal para encontrar cualquier cosa de contrabando de esta región o de cualquier otra de Runaterra, por eso siempre estaba copada de gentes de todos los rincones, pero especialmente lleno de los ruidosos y traicioneros piratas de Aguas Estancadas. 

Excepto hoy. Hoy había algo diferente en el sofocante ambiente. Los negocios estaban abiertos, eso sí pero la actividad era más bien escasa. El rumor de una guerra en ciernes alejaba determinado tipo de negocios…y atraía otros.

Aquí las tornas se cambiaron, por el bien de ambas, Vi, aunque seguía con su capucha bien calada, caminaba con la cabeza alta, mirando desafiante a cualquiera que osara cruzar miradas con ella, saludaba con naturalidad a unos y a otros mercaderes que devolvían el gesto sin las ganas de siempre, todas las interacciones estaban teñidas de un cierto aire de tensión y desconfianza.

-Justo cuando pensaba que Zaun no podía ser más siniestro…-comenta Caitlyn, incluso ella se había dado cuenta del cambio que había experimentado el distrito suburbano.

-Me pasó algo parecido cuando volví después de que Vander no estuviera…todo estaba cambiado, vale que este lugar nunca ha sido comparable con el ala superior pero siempre hubo cierta camaradería y seguridad cuando él controlaba la situación.

-¿Seguridad?-pregunta Caitlyn, incrédula.

-Si. A nuestra manera, claro.

-¿Cómo es eso?

Vi se encoge de hombros y lleva sus manos por arriba de su nuca para estirar los codos, provocando un desagradable crujido de sus articulaciones.

-Hay reglas. Territorios. Siempre hubo bandas más agresivas que otras, claro, casi nunca había peleas serias, pero ya sabes. Aquí todos nos hemos ganado el sitio que ocupamos, pastelito, no nos han regalado nada. Y defendemos nuestro trocito de miseria aunque nos cueste la vida.-explica con determinación, mirando de un lado para otro.

Caitlyn asimila el discurso de Vi, dándose cuenta de que desde arriba se tiene una visión totalmente diferente de cómo es la vida en el distrito suburbano. Y en este caso, como en muchos otros, diferente significa «peor». 

-¿Y luego?- pregunta la vigilante- ¿Qué cambió con la ausencia de Vander?

-Todo. Ya no hay bandas…o si las hay se dividen en dos…los que sirven a Silco directamente…o indirectamente.

-¿Indirectamente?

-Verás aquí abajo también tenemos un…consejo. Son los barones químicos, comerciantes, científicos…son casi tan raros como vuestro consejo.

-El consejo de Piltover no es raro…-empieza a protestar Caitlyn aunque se encuentra con la mirada sarcástica de la pelirrosa.

-¿Me vacilas no? He visto a una señora con coronas giratorias en el cuello. Y otro era prácticamente un robot…-describe Vi con una mueca socarrona- Sólo faltaba un yordle.- finaliza con una sonrisa exasperada.

-En realidad…-Caitlyn piensa en revelarle a Vi sobre Heimerdinguer pero en verdad se lo piensa mejor y decide no otorgarle también  esta victoria.- Nada, da igual, sigamos.- corta la conversación como si hubiera dejado de tener importancia y acelera un poco el paso por las calles negras obligando a Vi a dar unas zancadas para alcanzarla.

-Oye y…¿porqué querías venir aquí primero? ¿No deberíamos estar en la vieja fábrica de conservas? Allí fue donde se quedaron los Atlas…

-No se mucho sobre Zaun, Vi, pero si se sobre comercio.- le explica mientras su mirada va de un lado a otro de la calle, examinando los mostradores y los escaparates de las tiendas.

-¿Crees que los encontraremos aquí?-pregunta la del pelo rosa, empezando a mirar con nuevos ojos alrededor, dando por buena la hipótesis de la vigilante. Aunque luego negó con la cabeza- Es verdad que no sabes mucho sobre Zaun.

-¿Cómo?-replica la de los ojos de zafiro con un destello arrogante asomando en ellos.

Por su parte, la otra muestra una sonrisa socarrona.

-No pensarás que vas a ver tecnología Hextech robada en el escaparate de una tienda ¿no?

-Bueno visto así no pero si el que lo encontró no sabía lo que era…-empieza recomponer, pero Vi la interrumpe de nuevo.

-…si el que los encontró no sabían lo que eran, seguro que quien se los haya comprado si lo sabe bien. Pero eh, es cierto que estamos en el lugar adecuado, sólo hay que saber donde preguntar.- se la devuelve con un guiño relajado de ojo, ganándose un gruñido por parte de Caitlyn.

-Muy bien señorita experta en Zaun…-le dice con tonito sarcástico- ¿entonces qué?

-Preguntamos.- responde alzando los hombros como si fuera la respuesta más obvia del mundo.

-¿Así sin más? Ah claro parece un gran plan, digno de una mente privilegiada, por todos los engranajes ¿no dije que íbamos a hacerlo a mi modo…?-exasperada recorre con sus ojos las tiendas cercanas, poniendo en marcha su cerebro investigador- Esa tienda del callejón tiene aspecto de querer parecer cerrada, pero hay alguna luz tenue en el interior, seguramente para alejar a los curiosos, yo iré por detrás y buscaré la salida, les hacemos una maniobra de pinza y…¡eh eh! ¡¿Vi a donde…?!-protesta al ver que su compañera ya no la está escuchando, la rebasa por un lado y va derecha a la puerta cerrada de madera del establecimiento que Caitlyn había señalado, crujiéndose los nudillos a la par que avanzaba.

-Esto va a salir mal…-musita la vigilante calándose la capucha de su abrigo largo que le servía para ocultar su rifle y también su identidad.

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Allí. Tenía que ser allí. Viktor recordaba bien el lugar…todos recordamos bien el camino al lugar al que pertenecemos, el sitio del que salimos cuando creemos ser lo bastante fuertes…y al que regresamos a lamer nuestras heridas. 

Al final que aquel arroyo de aguas malolientes, el inventor se dio cuenta de que el lugar ya no le parecía tan desagradable e insalubre como lo recordaba en su infancia, algo bueno habían traído los últimos tiempos a Zaun, incluso a aquella barriada inmunda donde los deshechos de la ciudad del progreso se filtraban para ser vertidos al mar. Al parecer los habitantes de Zaun habían hecho lo posible por arreglar y sustituir los viejos filtros y sistemas de depuración dejados de lado por el ala superior, logrando en parte que las aguas discurrieran algo más limpias y abriendo algunas grutas submarinas para dar presión a las tuberías para que así el agua salada mantuviera los conductos siempre en movimiento y llenos de agua impidiendo que los olores llegaran a las casas. Y lo habían hecho sin hextech.

El progreso está en las personas, quién lo iba a decir. Piensa Viktor mientras se adentra en esas cavernas naturales donde por primera vez había conocido a Singed y a su criatura hacía tantos años. Sus primeras lecciones de investigador y su primera toma de responsabilidad para con las vidas que dependían de su trabajo se había fraguado entre aquellas paredes húmedas y frescas. Aquí el olor era algo más fuerte pero nada que no fuera soportable. A medida que se adentra, Viktor nota como la movilidad de su pierna parece mejorar por momentos, notaba cierta calidez en sus miembros modificados por el núcleo hex…como si él también supiera que ha vuelto a casa.

Tanto se adentró el inventor en las viejas dependencias de Singed que la luz casi no llegaba pero con los pocos haces que entraban por algunas grietas era suficiente para que su vista se acostumbrase y poder continuar. Un poco más adelante, Viktor debe parar porque está sintiendo algo extraño: su pierna palpita, y también su mano, es como si tuviera un latido propio, diferente del de su propio corazón…no, no era un latido, porque el corazón tiene dos movimientos mientras que esto…era como un pulso único…pum pum pum…

Viktor se sienta en una piedra que tantea con las manos, no es dolorosa la sensación pero si aterradora, se deshace del guante y ve que los surcos violetas que parecen haber sustituido a sus venas en la extremidad se iluminan con fuerza, siguiendo el ritmo de ese pulso. Levanta la pernera del pantalón y observa que su pie hace lo mismo, aquella especie de neón estaba reaccionando…¿a qué?

Y entonces lo vio. Al alzar la vista, supo que había llegado, porque lo que antes había supuesto que era un suelo rocoso y estéril ahora se iluminaba a través de una microfisuras que emanaban la misma luz violácea que sus extremidades y de esas grietas surgían cientos…no…miles de flores shimmer, esas plantas que había investigado con Singed para dar origen a la sustancia rosa que muchos utilizaban como droga en Zaun. Las flores había estado dormidas y ahora se habían despertado…y se abrían en su preciosa gama de colores lilas y magentas todo en derredor del inventor, como si le hicieran un sobrenatural saludo. Viktor estaba maravillado comtemplando aquel espectáculo pero no era idiota, sabía que las flores shimmer no se alzaban por él, no exactamente. 

El inventor se saca la bandolera que llevaba colgada y la deja muy despacio en el suelo a sus pies, sonando un ruido metálico sordo al posarse en la piedra de la caverna, con un ligero temblor en las manos, Viktor abre la cremallera del bolso y saca una capsula de hierro y vidrio en la que el núcleo hex se hallaba contenido, flotando, a salvo. Tuvo que entrecerrar los ojos pues la luz que desprendía el artefacto era la más brillante que nunca había visto, con su pálpito simulando un corazón, una coordinación perfecta entre sus partes modificadas, las flores, las grietas y el propio núcleo como centro neurálgico de aquel espectáculo.

-Este es…el lugar del que vienes.- susurra Viktor, girando ambas partes del cilindro para abrirlo, suena un leve siseo y la cápsula se abre, y el núcleo parece flotar como con vida propia para descender un poco hasta casi tocar el suelo pero sin llegar a hacerlo, el artefacto danzó y giró en su lugar sin alejarse del inventor, sin parar de emitir ese patrón intermitente de luces que parecían celebrar algo. El regreso al hogar.

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Solo pasaron diez minutos desde que Vi abrió de una patada aquella puerta desvencijada de madera hasta que un cuerpo delgaducho y alto atravesó desde dentro afuera una de las ventanas, chocando su espalda contra la pared del callejón, donde Caitlyn tenía preparado su rifle para apuntarle a según intentara levantarse.

-Yo que tu me quedaba quieto.- recomendó la vigilante al ver que el tipo gimoteaba queriendo ponerse de pie. Sin duda el cañón del arma le convenció de que era buena idea permanecer sentado.- Sabia elección.- le felicita la Kiraman.

No tenía ni idea de lo que Vi había hecho pero a juzgar por los moratones del desgraciado, el interrogatorio había empezado de malas maneras y no tenía pinta de mejorar.

Entonces lo que queda de puerta de la tienducha se abre y Vi sale del local con paso tranquilo y una sonrisa arrogante en la cara. Tenía el labio partido pero nada más, la sangre de sus nudillos no era suya.

-Sabía que estarías prevenida, pastelillo.

-Eres imposible ¿tanto te costaba decirme lo que ibas a hacer?

-Es que no lo sabía.-se disculpa con un gesto distendido y relajado en la cara, haciendo con su respuesta que Caitlyn casi se convirtiera en una tetera.

-¿Cómo que no lo sabías? ¡¿Estás improvisando?!

-Más o menos…-replica con una sonrisa encantadora.

-Eres…eres eres…

-Disculpad…no quiero interrumpir la riña de pareja, ¿puedo irme ya?-pregunta el tipo apalizado desde el suelo.

-¡NO!-le espetan las dos a la vez, sonando sus voces como una sola, y el hombre se calló de golpe volviendo a quedarse muy quieto.

Vi pone los ojos en blanco y toma del cuello de la ropa al delgaducho y lo retiene contra la pared.

-Te lo volveré a preguntar…¿dónde va a ser la subasta?

-Te vuelvo a decir que no lo sé, Vi, no me han invitado…

-Respuesta equivocada.-y un puñetazo es descargado sobre el estómago de desgraciado, seguido de otro directo a la mandíbula.

-¿Quién lo sabe?-insiste la pelirrosa mostrando el muño ensangrentado en amenaza de lo que vendría después.

Escupe a un lado y deja escapar un diente, Caitlyn por su parte ha dado un paso atrás y vigila el callejón dejando a la otra con su charla al más puro estilo Stilwater.

-Yo no…no puedo…- ahora es un rodillazo en las pelotas del pobre hombre lo que le alcanza y Vi le deja caer al suelo donde se hace una pelota llevándose las manos en la entrepierna- qué hija de p…-y una patada en la boca no le deja terminar de hablar.

-Vi si sigues así va a perder el conocimiento y no servirá de nada.-le interrumpe Caitlyn, suspirando, amartilla el rifle y lo pone justo entre las cejas del tipo.-Será mejor que respondas, si no hablas de poco nos sirves ¿sabes?

-Zorra vigilante, te van a comer viva aquí abajo, no te atreverás a disparar…-masculla aunque sus ojos no pierden de vista el cañón y empieza a sudar cuando se oye como Caitlyn le quita el seguro al arma. El tipo traga saliva y esta vez es Vi quien da dos pasos atrás y mira a la entrada del callejón, preparada para lo que pudiera pasar tras la detonación…o puede que estuviera evitando las salpicaduras de cráneo que le iban a llegar.

-Voy a contar hasta tres.- advierte la vigilante-dos…

-¡Espera te has saltado el tres!-empieza a protestar el tipo al tiempo que ve como el dedo de la vigilante se va colocando sobre el gatillo y su tez se pone lívida- ¡Vale vale vale no dispares! Un tipo uno de los matones de Sevika vino por aquí y dijo lo de la tecnología del ala superior. No no se cómo se llama pero anunció lo de una subasta de armas hextech esta noche…

-¿DONDE?-pregunta Vi volviendo a meterse en el asunto, a punto de perder la paciencia.

-¡En la Última Gota!-termina chillando como un cerdo al tiempo que moqueaba y lloriqueaba- no me matéis por favor tengo…tengo un gato.- gimotea patéticamente, sin duda tenía que ser cierto. 

Entonces Vi frunce el ceño, satisfecha con la información, aunque se la notaba afectada por la misma. Hace un gesto a Caitlyn y ésta asiente con la cabeza, vuelve a poner el seguro al arma y golpea duramente con la culata del rifle en la cara del hombre lloroso, que cae inconsciente en el acto.

Salieron del callejón tras ocultar de nuevo el arma de la vigilante convenientemente en la gabardina y vuelven a introducirse en las calles del distrito inferior, Vi permanecía en silencio hasta que Caitlyn lo rompió acercándose a ella para preguntar.

-¿Qué es La ultima Gota? ¿Conoces ese sitio?-impaciente, aguarda la respuesta de la pelirrosa pero no se esperaba el tono serio y sombrío que utilizó para replicar.

-Es…el lugar al que pertenezco.

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