Agua y aceite
Caitlyn no dejó de tirar de la mano de Vi en todo el trayecto desde el improvisado juzgado. La gente las observaba al pasar, la mañana ya estaba bien entrada y los que conocían a la vigilante hacían amago de detenerla pero al ver la energía con que caminaba y lo que llevaba en la mano muchas de esas personas fingían mirar para otro lado y continuaban con sus asuntos, pasando al murmullo audible a sus espaldas.
Vi había dejado de pelear contra la vigilante, estaba agotada, física, mental y emocionalmente, le hubiera gustado que Cait le explicara a qué venían tantas prisas pero tras un sólo minuto en la calle comprendió el porqué de su actitud.
-Cait puedes soltarme la mano…-propone situándose a su altura en su veloz caminar para que al menos no sentirse arrastrada, le resultaba tremendamente raro caminar a plena luz del día por las calles de Piltover y la «hospitalidad» de las gentes del distrito superior le recordaba una y otra vez porqué los suyos no eran bienvenidos aquí arriba.
No importaba lo que hicieran, cómo se vistieran, las aportaciones que hicieran…alguien de Zaun siempre será de Zaun. Y cualquiera que se relacionaba con ellos…no quería que a Caitlyn la tildaran de delincuente o algo peor. Trata de zafarse de su agarre viendo que la peliazul no reaccionaba, pero se encontró con que la vigilante la tomaba con renovadas fuerzas y entrelazaba sus dedos aún más fuerte.
-No.- replica con seguridad, cortante, furiosa, pero no con Vi.
No era ajena a los murmullos, a las miradas, a los saludos nerviosos. Los escuchaba, sentía sus miradas acusatorias en la nuca…y aún así Caitlyn no se sentía capaz de odiarles…porque hasta hacía muy poco tiempo ella había sido igual que ellos. Qué fácil era la vida en la dulce ignorancia del privilegio…los de arriba sólo tenían que no mirar hacia abajo para ser felices y prosperar…a eso lo llamaban progreso.
Conforme abandonaron las calles más céntricas, cada vez se iban encontrando con menos gente en su camino al distrito del Comercio, donde también se encontraban las zonas residenciales y Caitlyn pudo aflojar un poco el paso, no es que se detuviera pero al menos ya no parecía que huyera de nadie. Vi aprovechó esta aparente relajación para girar su muñeca y tomar a la vigilante del brazo, un poco más arriba de la muñeca, tratando de detenerla.
-Vale pastelillo, estás enfadada, lo siento, ¿vale? No tendría que haberte ocultado lo de Jayce pero…
-¿Qué dices? No estoy enfadada contigo.- la corta Caitlyn sin entender lo que la otra decía.
-¿Ah no? Pues pensé que si…
-No. Me parece totalmente injusto lo que te han hecho, desde que te detuvieron no han cometido más que delitos contra ti…delitos que quedarán impunes porque eres…
-…de Zaun.- completa Vi la frase de la vigilante y hace amago de querer apoyarse en la pared, pero la peliazul tira un poco de ella para impedírselo.
-No, aquí no, tenemos que seguir. No estás segura aquí.- insiste volviendo a recuperar un paso ligero.
-¿Segura? ¿Por qué lo dices?- preguntó la pelirrosa sin comprender.
-La noticia ya se sabe en las calles, Vi. Se sabe que el consejo mandó arrestar a alguien por su implicación en el atentado. La gente de Piltover ha visto sus calles manchadas de sangre. Quieren un culpable y…no sé lo que pueden hacer.- comenta visiblemente preocupada.
-Entonces razón de más para que te separes de mi, ya has hecho bastante, es mejor que no…
-Agh por favor Vi, basta de eso. Ya te he dicho que no te voy a abandonar ¿qué tengo que hacer para que te lo tomes en serio?
-Me lo tomo en serio pero…esto es demasiado Caitlyn…en el juicio has dicho que yo era la protegida de la casa Kiraman…¿porqué has dicho una cosa así?
-Porque puedo. Porque no voy a parar hasta limpiar tu nombre, tu no has tenido nada que ver con esto, con Jinx ni con Silco. Esta ciudad ya ha visto demasiada sangre, el ciclo de la violencia tiene que parar.- repite lo que ya había dicho en el refugio de los Firelights.
Vi se queda en silencio, apretando el paso junto a ella, la observa de reojo con la cabeza gacha, mira sus nudillos, llenos de marcas, las muñecas enrojecidas, sus brazos con moretones…
«Esto no resolverá tus problemas. Sólo te traerá más» Esas fueron las palabras de Vander hacía tanto tiempo ya, tras el asalto a lo que luego supo que era el laboratorio de Jayce.
Vi no había entendido hasta ahora lo que Vander le había querido decir…o al menos lo había entendido de una manera superficial. Es ahora, cuando ve lo que la violencia ha traído cuando, a través de las palabras de Caitlyn, se da cuenta de lo que Vander le había querido decir…la violencia había creado a Jinx…las había separado, la había unido a Silco, la violencia se había interpuesto una y otra vez entre ellas.
La pelirrosa se quedó tan súbitamente callada el resto del trayecto que Caitlyn tuvo que mirar un par de veces hacia ella para asegurarse de que seguía allí, parecía sólo un fantasma que caminaba, tan sumida en sus propios pensamientos que no le quedaron fuerzas para discutir más con Caitlyn.
-Cuando lleguemos descansaremos y echaremos un vistazo a esas heridas.- dice unos instantes después, ya viéndose la imponente reja de la casa Kiraman con el emblema de las llaves cruzadas en el forjado de la entrada.
Vi no respondió, tal vez ni la había escuchado.
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Una vez en la mansión, el servicio de la casa recibió a las chicas con gran afectación realmente estaban preocupados por todo lo que estaba pasando, incluido el estado de la señora Kiraman, aunque aseguraron que estaba fuera de peligro según las últimas noticias del señor Kiraman, ambos seguían en el hospital.
Si tenían algún recelo de Vi no solo no lo mostraron sino que además fueron extremadamente agradables también con ella, insistiendo en llamar al médico de la casa para que examinara sus heridas. Sólo cuando Caitlyn vio que aquello incomodaba realmente a la zaunita, declinó la oferta por ella, asegurando a la pareja de mayordomos que ella misma se ocuparía. Y con eso parecieron quedar más tranquilos.
Luego enseguida prepararon una comida caliente y las dejaron a solas en los aposentos privados de la vigilante, donde ambas estuvieron unos segundos en silencio, revolviendo sus platos de sopa.
-¿Sabes? Si hubiera sabido que me iban a tratar así de bien hubiera entrado por la puerta el otro día.- comentó de repente la del pelo rosa, exhibiendo una sonrisa cansada, pero una sonrisa al fin y al cabo.
Caitlyn se la quedó mirando un instante intentado averiguar si sus palabras eran algún tipo de broma mordaz pero, al descubrir que era sincera, también relajó su expresión hasta el punto de sonrojarse al recordarlo.
-Nos habríamos ahorrado que mi madre te apuntara con el rifle, también fue toda una experiencia.- le sigue la broma, más animada.
-Oh sin duda, me habrán apuntado con armas decenas de veces pero creo nunca vi a nadie tan seguro de dispararme como aquella vez. Creo que tu madre sería mejor vigilante que tú.- la pica después, subiendo el nivel de socarronería.
-¿Ah sí? ¿Y eso por qué?- pregunta, fingiendo ofensa la Kiraman.
-Tiene un gran olfato para los problemas y cómo evitarlos a ti lo que te gusta es tirarte sobre ellos.- apunta señalándose así misma con el pulgar, sin perder la actitud chulesca.
-Eso es…-piensa una respuesta acorde al reto tirado por la otra, pero analizando bien los acontecimientos de los últimos días, lo cierto es que no podía replicar nada contra el argumento de la zaunita. Lo cual provocó un nuevo rubor en sus mejillas- …totalmente cierto. Peeero también soy la mejor en resolverlos, eso al menos lo tienes que reconocer.
-Y también la mejor tiradora que he visto.- le reconoce recordando lo ocurrido en su primer enfrentamiento con Sevika en Zaun. Llegados a este punto, Vi pasa de la cuchara y termina la sopa directamente del bol, terminando por limpiarse las comisuras de los labios con la manga de la chaqueta. Justo después de hacerlo se da cuenta y ahora es su turno de ponerse roja como un tomate.- Perdón.- algo avergonzada.
Por toda respuesta, Caitlyn se ríe con una carcajada cristalina y por poco no se cae de la silla, provocando aún más color en las mejillas de la de Zaun.
-Oye no es justo que te rías de mi, he dicho perdón.- protesta.
Pero la vigilante sigue riéndose un poco más hasta que la del pelo rosa niega con la cabeza y empieza a contagiarse de la risa de la vigilante sin remedio. ¿Cuántas horas hacía que no se reían así? Ninguna de las dos había tenido motivos para reír ni tan siquiera sonreír desde hacía buen tiempo. Y ahora aquí estaban, con una guerra en ciernes, con infinidad de conflictos inabarcables por delante, una misión suicida que afrontar…y riéndose como dos niñas pequeñas, divirtiéndose como nunca en la vida.
Finalmente tras unos minutos, Caitlyn logra parar de reír y se seca las lágrimas con un pañuelo de hilo fino que extrae de su manga con los modales de una princesa.
-Perdona Vi es que…verte tan sonrojada ha sido demasiado…creo que nunca me había reído de esta manera…si me hubiera visto mi madre…que vergüenza habría pasado.
La del pelo rosa se pasa las manos por la cara y el cabello, desordenándoselo con aire despreocupado, aún con los coloretes marcados en las mejillas por las risotadas.
-¿Porqué? ¿Está prohibido reírse en la casa Kiraman?- pregunta con un tono de ironía.
-Pues a decir verdad…casi. Es decir…ya sabes, los modales y la compostura, todo eso. Una señorita siempre tiene que cuidar su imagen, nada de demostrar emociones fuertes, las risas educadas y los comentarios sarcásticos…-explica mientras las cejas de Vi se iban alzando cada vez más, incrédula de lo que escuchaba.
-Caray…vuestras fiestas tienen que ser tremendamente aburridas ¿cierto?- apunta recostándose para atrás en la silla y haciendo el amago de querer subir las botas a la mesa…pero conteniéndose en último momento, logra refrenarse a tiempo.
-Desde luego. Lo único bueno que tienen es cuando hay competiciones de tiro.
-Eso ya parece más entretenido ¿cazáis zorros o algo así?
-En realidad no, se instalan unos sistemas de dianas mecánicas automatizadas que se levantan del suelo en un tiempo establecido, así cuando los tiradores las van acertando, queda reflejado el tiempo en que cada uno ha hecho el recorrido.- explica someramente, provocando un gran bostezo en su compañera.
-Así dicho vuelve a sonar terriblemente aburrido.
Caitlyn se encoge de hombros y se levanta de la mesa para ir a otro rincón de aquel salón privado que formaba parte de sus dependencias y trajo consigo un juego completo de té en una bandeja de plata que dispuso sobre la mesa.
-Es más divertido seguir rastros de conejos y ciervos, la verdad, eso se me da bastante bien, pero, como dice mi madre, volver a casa con las botas y los pantalones llenos de barro no es propio de una señorita.
-Ya veo, supongo que es propio de una vagabunda.- replica con una sonrisa sesgada, mirando con desconfianza la taza que la vigilante le estaba sirviendo- Esto es…¿té?-pregunta volviendo a alzar la ceja.
-No, es veneno.- responde muy seria la Kiraman, tan tranquila y serena que Vi se quedó pasmada. Pero la careta de Cait no duró demasiado y estalló en carcajadas de nuevo, debiendo dejar la tetera en la mesa para que no se le callera.- Por todos los engranajes Vi ¿te lo has creído? No me puedo creer que…- no puede seguir hablando porque la mueca de enfado de la zaunita es demasiado para ella y tiene que volver a esforzarse por controlar su risa.
-No tiene gracia, no puedes hacer las bromas así tan seria, no te pega.- Vi chasquea la lengua con aire frustrado, no mucho pero un poco sí- Tienes un sentido del humor desternillante.
-Oh venga, es mucho mejor el tuyo acerca de lo que yo debo hacer para sacar información en una casa de citas.- replica tomando su minúscula tacita con tres dedos para tomar el primer sorbo de infusión.
Vi se inclina hacia delante, olisqueando el té un momento, toma un sorbo y pone cara de estar oliendo pescado podrido, lo vuelve a dejar y toma el monísimo azucarero de plata, empezando a echar cucharadas de polvo blanco en el recipiente.
-Pues no parecía que te fuera tan mal- echa una cucharada- cuando salí estabas la mar de entretenida con esa chica de la careta- otra porción- ¿averiguaste mucho sobre Silco?- la mira con socarronería mientras echa otra cucharada en la taza, ya van tres- ¿o estabas pensando aún en mi pregunta?
Caitlyn se iba poniendo cada vez más y más incómoda con la conversación y ver a Vi echando ya cuatro cucharadas en la tacita de té no hacía sino acrecentar la sensación de ridiculez de todo el asunto. Pero no se podía quejar, había sido ella quien había sacado el tema de lo que pasó en la casa de citas y ahora no le quedaba otra que enfrentarse a los comentarios y la sorna de Vi…en parte se lo tenía merecido.
-¿Qué pregunta? ¿No deberías probarlo antes de seguir echando más azúcar?- pregunta enseguida queriendo detener aquel desastre culinario.
Vi mira su taza y mira el recipiente del azúcar sin comprender. Se encoge de hombros y deja el objeto de nuevo en la bandeja, centrándose ahora en «amasar» aquella ingente cantidad de azúcar que apenas podía deshacerse en el líquido con la pequeña y plateada cucharita.
-Con estas cucharas tan minúsculas es imposible calcular, no importa, me gustan las cosas dulces…-se excusa, aunque está segura de que se ha pasado a juzgar por lo que le cuesta dar vueltas en el interior de la porcelana- Ya sabes qué pregunta…lo de que si preferías chicos o chicas.- le refresca la memoria sin dejar de clavar sus azulados ojos en los de la vigilante, viendo en ellos la misma incomodidad y nerviosismo que ya vio en esa tarde en Zaun. No pudo evitar que la comisura de su labio se levantara un poco como anuncio de lo mucho que estaba disfrutando de la desazón de Caitlyn.
Adorable, pastelillo.- piensa la zaunita con un toque de maldad en su mente mientras alza la taza para probar ahora un nuevo sorbo de la infusión cuando la respuesta de Caitlyn llega.
-Eh puees…yo…no…no lo sé. Es decir. Nunca he estado…con nadie.- empieza a responder la azorada Kiraman, tratando de eludir la mirada de Vi que por algún motivo le resultaba tremendamente incómoda en este justo momento.
Y entonces Vi, entre el fatal regusto del té con exceso de azúcar y la sorpresiva respuesta de la vigilante, empieza a toser y a derramar por sus espasmos el líquido por la mesa hasta que logra bajar la taza a la mesa y se le queda una cara rarísima entre la estupefacción y el asco, aunque ambas sensaciones fueran por revelaciones distintas, en su cara formaban una amalgama poco agradable.
-En nombre del progreso, esto sabe fatal pastelito…- dice enseguida para justificar la cara de repugnancia que sin duda estaba incomodando a la vigilante. Carraspea, ahora la incómoda es ella mientras que Caitlyn aún sigue con una mueca entre la vergüenza y la sorpresa por la reacción de Vi puesto que ella sabía que sólo en parte era debida al té.
-Le has puesto demasiado azúcar…- le recrimina encogiéndose de hombros y procurando desviar el tema de conversación.
-Ya bueno es que…bueno no me gusta el té. Ya lo sospechaba pero…bueno no sabes si te gusta algo hasta que lo pruebas ¿no?- comenta desviando también la mirada y entonces se dio cuenta del horrible doble sentido que acababa de soltar- Oh yo no pretendía…es decir…no era eso a lo que me refería, cada uno tiene sus…gustos y oye puede probar o no probar…yo me refería sólo…
-…al té.-termina su frase Caitlyn, saliendo de su incomodidad sólo por ver a Vi tan azorada como ella misma. Se forma una sonrisa algo menos nerviosa en sus labios y toma algunas servilletas de papel para secar la mesa tras el estropicio de Vi- Tranquila, sé que no ibas por ahí.
Vi se muerde el labio inferior y ayuda a Caitlyn con la limpieza de la mesa, siendo algo más torpe pero entre las dos logran que aquello se parezca algo menos a una batalla de comida orquestada por niñas pequeñas y se parezca más a un desafortunado desliz de adultos.
-Entonces…-empieza la zaunita despacio, hubiera querido dejar el tema, pero le daba vueltas y vueltas en la cabeza y no podía gestionarlo.- ¿Nunca…?
-No.- asegura tajante y tranquila la vigilante.- ¿Tan raro es?
-Si bueno no, es decir… ¿ni con Jayce?
Como respuesta, Caitlyn suelta un bufido que amenaza con convertirse en una nueva carcajada. Pero no.
-Ni en sueños ¿por qué todo el mundo piensa eso?
-¿Lo piensa mucha gente?
-Si, bueno no lo piensan como tú lo estas pensando pero…bueno antes de que él entrara en el consejo e….intimara con la consejera Medarda, nuestras familias y media ciudad estaban convencidos de que saldríamos juntos y…todo eso.-le explica poniendo los ojos en blanco, dejando claro que aquella perspectiva no había sido de su agrado en ningún momento.- A decir verdad fue un alivio cuando lo suyo se hizo público, menudo peso me quité de encima.
-¿Por qué?- inquiere Vi extrañada- Es decir…parece que pegáis ¿no? Los dos de aquí arriba, los dos bien relacionados, no se, parecéis el príncipe y la princesa de un jodido cuento demaciano.- termina bufando y cubriendo sus palabras de un tono algo venenoso sin pretenderlo.
-Ya pero a mi él no…no me va ¿sabes? Y desde luego ahora menos, todo ese asunto de la política…ya no le reconozco.- confiesa, apoyando la barbilla en la mano con aire triste- Cuando éramos pequeños yo le admiraba, siempre con sus libros, estudiando, queriendo descubrir cosas. Luego cuando fuimos más mayores y me hice vigilante, él se convirtió en el famoso creador del Hextech y me alegré mucho por él pero aún así yo sabía que…no sentía nada por él. Nada serio, si me entiendes.- explica lo mejor que puede, abriéndose más de lo que hubiera esperado- Y ahora ya sólo pienso en él y me siento…decepcionada. Aún creo que hay bondad en él pero…esta demasiado obcecado en su clasismo y…está ciego. Como todos en la distrito superior supongo.
Vi escucha a la vigilante sin interrumpirla, la conversación se ha vuelto más seria de lo que ella misma esperaba pero agradece la confianza con que Caitlyn le habla y entonces lo supo. La Kiraman no tenía muchas oportunidades de hablar así con nadie, de reírse a carcajadas, de expresar las cosas que no le gustaban, de poner feos a la bella ciudad del progreso sin que ello afectara a su imagen o a la de su familia. Vi estaba viendo a la Caitlyn de verdad, la que nadie podía ver, tal vez algunas veces sus padres y seguro que poco a menudo.
Sin saber muy bien porqué, Vi extendió la mano vendada y tomó la de la vigilante que estaba junto a la taza del té, ya frío y con se gesto provocó que la del pelo azul se la quedara mirando sin comprender.
-También hay gente así en Zaun. Gente cegada por las diferencias entre nuestras ciudades…Vander siempre quiso mantener la paz, que nos fijáramos más en lo que nos unía que en lo que nos separaba. Y aunque él sabía que Piltover era injusto con el distrito inferior, sabía que…el conflicto no era la solución. Supongo que esperaba que alguna vez…no se, se arreglaran los problemas. Pero no creo que tuviera un plan.- comenta luego torciendo el gesto pensativa. Pero renueva su expresión recordando que se trataba de animarse no de hundirse y haciendo de tripas corazón vuelve a empezar- Lo que quiero decir es que…Jayce no es mal tipo. O sea, es un idiota…al que la situación se le ha escapado fuera de su control pero…tiene buen corazón. Seguro que volvéis a ser amigos.- termina con un remedo de sonrisa esperanzada y un encogimiento de hombros alegre y bromista- No creo que sea tan tonto como para estar enfadado con la mejor francotiradora de la región.- añade luego para quitarle algo de carga al momento, que había quedado muy cursi.
Caitlyn se había quedado mirando la mano que Vi había cogido y aunque la escuchó decir todas aquellas cosas, apenas podía separar la vista de donde sus manos se había encontrado. O más bien, donde Vi la había ido a buscar y se había quedado junto a ella. El corazón se le puso a latir a toda velocidad, la calidez que emanaba de la palma de la pelirrosa era muy notable a pesar de las vendas, era tremenda e inexplicablemente agradable, y aunque aún no lo había hecho, Caitlyn ya temblaba interiormente por el dolor que sentiría cuando finalizara aquel contacto.
¿Cómo es esto posible…? se pregunta la vigilante en paralelo con el discurso de Vi, un montón de incógnitas se filtraban en sus pensamientos. Termina por alzar los ojos y encontrarse con los de la zaunita, a tiempo para escuchar, incluso por encima de sus latidos, las últimas palabras bromistas de ésta. Pero a ella no le causó gracia el comentario, tal vez porque le faltó contexto, tal vez porque había cosas demasiado serias bullendo en su interior. Sin embargo el gesto gracioso de Vi se empezó a convertir en una mueca incómoda al notar que la vigilante no reía por su estupendo chiste y, sin comprender cómo, comenzaba a pensar que la había cagado de nuevo con la Kiraman, por lo que Caitlyn se dio cuenta de que debía reaccionar, hacer algo, lo que fuera para no ver esa triste expresión en la cara de Vi.
Tira de su mano, afianzando su agarre y se inclina apoyada en ésta para impulsarse sobre la pelirrosa y sin pensarlo demasiado, por no decir nada en absoluto, pasa su mano libre por la nuca de la otra y funde sus labios en un beso superficial, pero sorpresivo, sincero, cargado de sentimientos, los cuales ni siquiera la vigilante podía entender. Sólo había pensando en que necesitaba hacer eso y necesitaba hacerlo ahora.
La reacción de Vi fue, en consonancia con lo absurdo de la situación, de perplejidad, quedó paralizada en el sitio, casi asustada por lo impetuoso de la reacción de la peliazul, al menos los primeros momentos se quedó con los ojos muy abiertos intentando olvidar la incomodidad de la posición de ambas, con la mesa en medio y la otra prácticamente encima suya pero muy separadas al mismo tiempo.
Caitlyn interpretó la falta de reacción de Vi de la peor manera posible y se separó algo abruptamente, completamente roja y avergonzada por lo sucedido.
-Yo no…lo siento Vi lo siento mucho, no sé en qué estaba pensando, perdona…-murmura mientras abre la mano para soltar la de Vi pero, para su sorpresa, la zaunita no lo permitió, afianzando el abrazo de sus dedos con ímpetu y extinguiendo las tímidas disculpas de Caitlyn que volvió a mirarla como si no comprendiera y, al hacerlo, se encontró con la mirada decidida, sin asomo de broma ni de malicia, de la pelirrosa, y también con una sonrisa sincera en sus labios, algo perpleja pero ahí estaba, intentando ser socarrona pero la felicidad le borraba el sarcasmo.
-Has tardado mucho, pastelillo.- le devuelve con un tono que es menos seguro que otras veces cuando la ha llamado por ese mismo mote, había un temblor y una ternura en su voz que Caitlyn no había escuchado hasta ese momento.
La vigilante pensó en qué podría responder, cómo podría excusarse, desde cuándo había querido besarla, habría querido hablarle del cúmulo de sentimientos que la abordaron desde que la zaunita se separó de ella con aquel discurso sobre el agua y el aceite…cómo su mundo se vino un poquito abajo cuando pensó en que la había perdido aquella noche, y como se le paró el corazón cuando vio que se la llevaban detenida en el hospital.
Si desde luego Caitlyn hubiera querido hablar largo y tendido sobre todo eso y sobre muchas otras pero no pudo hacerlo cuando Vi apartó la mesa de un empujón haciendo que ésta pareciera más liviana de lo que realmente era y tiró de su mano para sentarla sobre ella y volvió a unir sus labios, ahora sí, abrazándose por completo, acompasándose en sus movimientos, disfrutando del dulce calor que ambas desprendían, alimentándose con verdadero hambre de los sentimientos silenciados u opacados por la urgencia de otras cuestiones. No había lugar a las palabras, para eso tendrían mucho tiempo, pero este instante, éste era de ellas y sólo de ellas, nadie tenía la potestad de robárselo.
El mundo y sus problemas de allí fuera podían esperar unas horas, porque ellas tenían mucho que decirse, sus cuerpos hablarían lo que no se podía expresar con palabras, dirían verdades imposibles de plasmar en papel y se contarían secretos que ni ellas mismas conocían…y es que a veces las mejores palabras son aquellas que no se dicen con los labios, sino con miradas, silencios y a oscuras.
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-Así que… ¿agua y aceite, no?- pregunta Caitlyn, varias horas después, la cama toda revuelto era un mudo testigo de la tarde que había pasado conociéndose. La vigilante espía a su compañera reposando la cabeza en su hombro y mira hacia arriba retándola con la mirada.
-Cállate.- le replica la otra poniéndole la mano en la cara para borrar esa expresión traviesa al tiempo que se dibujaba una gran sonrisa en su cara sonrojada.