ARCANE. Más allá del deber 2


Alguien pagará por esto.

Un brillo. 

Eso fue todo lo que Jayce logró ver antes de que aquella…cosa destrozara la gran cristalera justo a la espalda de Mel Medarda. El inventor no sabría decir de dónde sacó los reflejos o el valor para saltar sobre la consejera y derribarla justo a tiempo para que el cohete pasara por encima de sus cabezas hasta estrellarse contra el centro de la mesa del consejo, justo en el centro de aquel presuntuoso y enorme engranaje. 

Los pedazos de cristal salpicaron por doquier, causando pequeños cortes y grandes terrores en todas las personas allí reunidas, que apenas tuvieron tiempo para levantarse de sus sillones horrorizados, como si estuvieran mirando a los ojos a la mismísima muerte. 

Pi. Pipi. Pipipipipiiiii. Las luces del proyectil se apagaron de golpe y éste se transformó en una bola flamígera de metralla y detonaciones que saltaron por los aires la suntuosa mesa, partiéndose esta en varios trozos que volaron en todas las direcciones.

Jayce tan sólo pudo quedarse abrazado a Mel, queriendo protegerla a toda costa incluso con su cuerpo mientras el caos, los gritos y el sonido de los escombros cayendo le impedía pensar en nada más.

Pasados unos minutos…solo era capaz de oír su propia respiración…hasta que él también sucumbió a la oscuridad. Y al silencio.

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Para cuando Vi y Caitlyn llegaron a las cercanías de la zona cero, la vigilante casi podía caminar por si misma, aunque la zaunita la vigilaba de cerca por si volvía a caer, lo cierto era que, a medida que se aproximaban, la ansiedad de la Kiraman la hizo olvidarse de su dolor y acelerar el paso mucho más de lo que habría sido conveniente.

El despliegue de ambulancias y vigilantes recordaba a un escenario de guerra, aunque la zona ya estaba acordonada, Caitlyn no parecía que fuera a detenerse por el operativo y Vi no pudo más que cubrirse con la capucha de su chaqueta y procurar pasar desapercibida pero sin perder de vista a la Vigilante.

-Disculpe señorita no puede pasar, hay riesgo de…

-Soy Caitlyn Kiraman, vigilante de la comisaría del distrito de la academia, número de placa 7834-G. ¿Cuál es la situación?- interrumpe abruptamente la del pelo azul provocando que la agente que tenía delante dudase un instante antes de responder.

-Perdone señorita Kiraman no la había reconocido.- empieza a disculparse la mujer aunque su gesto parece incómodo- Sin embargo no puedo permitirle el acceso porque su placa ha sido restringida. Usted ya estaba informada de ello según nos consta tras el ataque a la academia el día del progreso…-continua poniendo gesto de incomprensión.

-¿Eso es cierto pasteli…?-pregunta desde su espalda una sorprendida Vi que se había acercado para ver cuál era le problema. 

-Me parece que el cuerpo de policía de Piltover no puede permitirse rechazar ayuda de nadie en este momento y sigo siendo la hija de la consejera Kiraman.- ataja Caitlyn sin perder la compostura, alzando la mano para interrumpir a Vi antes de que dijera algo que podría hacerla sonrojar. Y no era el momento.

Ante esa categórica y real afirmación la agente miró a ambos lados incómoda.

-Está bien pero…bueno no hay mucho que pueda contarle, un proyectil no identificado cruzó el río desde la ciudad subterránea y ha impactado en la sala del consejo mientras los líderes aún estaban reunidos. A los supervivientes…-traga saliva, deja claro que no han sido todos- …se les ha trasladado al hospital. Su madre está entre ellos, señorita Caitlyn.

-¿Y Jayce?- pregunta con un temblor en la voz, pero se mantiene firme para no parecer demasiado afectada.

-Si señorita, ambos se encuentran ya en el hospital, junto con la señorita Medara…no puedo darle más información, será mejor que vaya al hospital, allí le informarán mejor.

-Bien así lo haré.- la vigilante da por concluida la charla y cuando se gira hacia Vi, en los ojos de Caitlyn hay un cierto alivio aunque su preocupación aún ensombrece su rostro.- Perdona que no te contara que…

-Es igual, pastelillo. Yo también te oculté cosas, dejémoslo estar. Hay asuntos más importantes ahora.- asegura la zaunita negando con la cabeza, no permitiendo que la peliazul se disculpe por eso. Al fin y al cabo, ella también le había ocultado cosas desde el principio, cuando tuvo la sospecha de que su hermana estaba detrás de los ataques a Piltover y todo lo demás.

Tras este pequeño retraso, Vi y Caitlyn toman uno de los numerosos vehículos a demanda que estaban trasladando de oficio a heridos leves y familiares a los hospitales para así ayudar en la tragedia cuanto pudieran sin cobrar las carreras a nadie. 

Es en los peores momentos cuando la gente buena de esta ciudad se pone en marcha para ayudar a quien más lo necesita.  Reflexiona Caitlyn con la cabeza apoyada en la ventanilla mirando por el retrovisor cómo van dejando atrás la muchedumbre y el ajetreo de la tragedia.

Ellos son el verdadero progreso.

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En el hospital de Piltover la actividad era frenética, se había convocado a todos los médicos y auxiliares de la ciudad aunque estuvieran de descanso para paliar la gravedad del suceso. Y es que la explosión no solo había encontrado a los miembros del consejo como víctimas, también a otros trabajadores del edificio, secretarios, personal de limpieza y viandantes que paseaban por la céntrica calle en ese terrible momento.

El presidente del consejo, Jayce Talis había sido atendido por unas contusiones más o menos simples y se ocupaba de ayudar cuanto podía en los pasillos, llevando la cabeza vendada y apoyándose en una muleta para caminar. De todos los miembros del consejo, él había sido el que mejor parado había salido…aunque era el que más culpable se sentía de lo ocurrido. Sin duda de no haber sido por su empeño en negociar la paz con la ciudad subterránea durante tantas horas, nadie había estado en la cúpula cuando se produjo el atentado. Y ahora esa paz le había golpeado en la cara con un montón de afiladas esquirlas de colores.

-¿Se sabe algo de Viktor?-pregunta a una de las enfermeras con las que se cruza, intentando ser lo más amable posible pero se notaba la ardiente preocupación en su tono.

-Lo lamento, consejero Talis, los expertos están aún realizando tareas de desescombro para encontrar a todas las víctimas pero Viktor aún no ha llegado al hospital.

-Está bien gracias si tiene cualquier novedad…

-Se lo haré saber a usted el primero, consejero Talis.- se despide apresuradamente la enfermera, tenía mucho trabajo por delante y no quería ser descortés con el inventor.

Jayce suspira y se sienta pesadamente en uno de los bancos corridos de las salas de espera, hundiendo su frente entre las manos, acaba por tirarse de los cabellos de pura frustración.

La consejera Kiraman está siendo atendida en el quirófano de urgencia, Mel tiene pronóstico reservado, conectada a un respirador debido a intoxicación por humo…Viktor desaparecido y el resto de consejeros…muertos o muy graves…Y todo por mi culpa…debí saber que no se puede alcanzar la paz con quien sólo busca la guerra. Esa gente de la ciudad subterránea…no son como nosotros, no les importamos, puede que lo tengamos merecido pero…alguien va a pagar por esto…

Los funestos pensamientos de Jayce se ven súbitamente interrumpidos por la llegada de un ascensor proveniente de la planta baja y al abrirse las puertas, casi se le saltan las lágrimas por la emoción , pero se contiene.

-Caitlyn.- la llama al reconocerla, levantándose tan rápido como puede para acudir a su encuentro y ambos se funden en un abrazo fuerte y sentido.

-Jayce…¿cómo estas? ¿es grave? Venga no deberías estar de pie…-dice abrumada, separándose para ayudar al consejero a sentarse de nuevo.

Tras la vigilante, Vi permanece cruzada de brazos, visiblemente incómoda y consternada por todo lo que ve a su alrededor. Jayce no era el único que se sentía responsable de la tragedia, pero Vi intentaba pasar desapercibida aunque era realmente difícil con sus ropas y sus maneras desconfiadas, como si estuviera esperando un ataque por la espalda en cualquier momento. Era por estas cosas que alguien de Piltover siempre reconocería a un zaunita allá donde fuera.

-Estoy bien Cait de verdad…tu madre…-se interrumpe el inventor al echar un vistazo por encima del hombro de la vigilante y ver a la pelirrosa- ¿Qué hace ella aquí?- su gesto no era muy halagüeño y la forma en escupió la palabra “ella” dejaba muy claro lo que opinaba al respecto.

-Jayce ella…-modera el tono casi como si regañara al consejero por sus inapropiadas maneras- me ha salvado la vida esta noche.- concluye con firmeza y el consejero baja la mirada y suspira de nuevo.

-Discúlpame…te agradezco que…

-No es necesario. En serio. Déjalo.- le interrumpe Vi, incómoda con la situación pero aguantando el tipo con aparente indolencia.

-Está bien…-Jayce no insiste, pedir disculpas no era lo suyo y sabía que le iban a quedar forzadas porque en el fondo no sentía ningún aprecio por la zaunita. Pero no se sentía con fuerzas de debatir con Caitlyn. No ahora. Vuelve su atención entonces hacia la vigilante- Cait, tu madre…quedó malherida pero está en el quirófano, fue la primera que entró, igual no deberían tardar mucho en…

Sus palabras fueron interrumpidas por el nuevo timbre del ascensor, esta vez uno que venía desde la planta superior donde se alojaban los quirófanos. Al abrirse las puertas todos pudieron ver que la consejera Kiraman venía, aún inconsciente en la camilla, su mano estaba tomada por el padre de Caitlyn y su gesto era tranquilo, parecía que las cosas habían ido bien. Los auxiliares que empujaban la camilla giraron hacia una de las habitaciones.

-¡Padre!- exclama Cait que va a reunirse rápidamente con él abrazándolo con desconsuelo, a lo que el señor Kiraman le corresponde con una sonrisa y unas palmadas en la espalda- ¿Cómo está…?

-Bien bien…tu madre es una mujer de armas tomar, ya lo sabes.- aun en éstas terribles circunstancias, el hombre de rasgos amigables y espeso bigote mostraba un humor tranquilo. Alza la vista por encima del hombro de su hija y hace un saludo cordial tanto a Vi como a Jayce.- Te veo en buena compañía, cariño- le dice en un susurro que sólo ella puede oír. No está claro si lo dice por el inventor o por la zaunita.

Por toda respuesta, la vigilante se sonroja y mira hacia atrás lo que provoca que Vi se sienta incómoda de nuevo y desvía la mirada, rascándose la nuca al tiempo que se sentaba en el banco

-La mejor compañía, padre.- responde la chica con una sonrisa tranquila, volviendo la atención al hombre.

-Si tu eres feliz, yo soy feliz. Deja a tu madre de mi cuenta…¿quieres entrar? Los médicos dicen que no tardará en despertar.

-Ah si, claro…¿Vi quieres?

-No, no no…-empieza a negarse velozmente la zaunita, haciendo un gesto como si retrocediera- No creo que a tu madre le agrade verme…mejor te espero…aqui. Si. Justo aquí.- afirma enérgicamente, roja como un tomate, palmeando el banco como si fuera un mullido colchón-Estoy muy cómoda.- mucho más cómoda que ahí dentro seguro piensa para sí misma, tragando saliva. Su primera impresión con la madre de Caitlyn no fue la mejor del mundo y la cosa no tenía pinta de mejorar dadas las circunstancias.

-Eh vale…¿Jayce tu…?

-No tranquila, estoy pendiente de los heridos que van llegado, aún no encontraron a Viktor y estoy preocupado, veré de visitar a Mel y andaré por aquí. -dice con calma sentado a una distancia notable de Vi, esgrime una sonrisa confiada y se despide con un gesto de la mano.

Encogiéndose de hombros, Cait echa una última mirada a la pelirrosa, le asegura con un gesto de la mano que “sólo será un momento” y ella y su padre desaparecen en el interior de una habitación.

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Fuera en el pasillo se hace un tenso silencio entre el inventor y la zaunita, el hospital seguía con su ajetreo, medicos y auxiliares con camillas y medicamentos de un lado para otro a toda velocidad. Y ellos, por contra, totalmente estáticos y mudos, sin siquiera mirarse el uno al otro.

-Y…¿los Atlas?-pregunta el inventor rompiendo el mutismo para mirarla de reojo.

-No lo sé. Los perdí.- replica rápida y cortante la pelirrosa.

-¿Cómo que los perdiste?

-Si. -seca, no quería dar más explicaciones de las necesarias.

-¿En Zaun?

-¿Se supone que tu eres un genio o algo así entre los piltis? Porque no me impresionas.-socarrona, sarcástica e hiriente, la zaunita ya se veía venir por donde venían los tiros y no le gustaba un pelo.

-¿Y tú se supone que eres graciosa entre tus amigos asesinos de la ciudad subterránea?-le devuelve el inventor con igual crudeza, ganándose una mirada fulminante de la zaunita.

-No tienes ni puta idea de la vida, señor consejero. ¿Ya saben aquí arriba cómo te manchaste las manos allí abajo?- mordaz y con un brillo ladino en la mirada.

-Cumplí con mi deber. Ni más ni menos. ¿A quién van a creer? ¿A ti o a mi?

-¿Y a quién crees que va a creed Caitlyn?- suelta Vi cruzándose de brazos, tirándose un farol pero le había salido mejor de lo esperado, porque por fin hizo callar al bocazas de Jayce.

Ahora es Vi la que suspira y se descruza de brazos.

-Oye mira…todos hacemos cosas de las que no estamos orgullosos…

-Déjalo, no necesito tu mierda de compasión. ¿Qué sabes sobre Jinx?-le corta de súbito, haciendo un gesto como para desestimar sus buenas palabras.

La pregunta cae como un jarrón de agua fría sobre la pelirrosa que de pronto se vuelve a cerrar en banda y mira al frente.

-Nada. No la conozco.

-Antes en el consejo no dio esa impresión. Te enseñé uno de sus artefactos y lo reconociste enseguida.

-Cualquiera lo reconocería allí abajo. Pero no es nada especial.

Jayce guarda silencio un momento, escrutando a Vi con insistencia, como si su mirada pudiera traspasar la coraza de la zaunita y ver aquello que le estaba ocultando.

-No te creo. -se levanta apoyándose en la muleta y se para un momento-Los de vuestra calaña sois todos iguales. Pero voy a llegar al fondo de esto, cueste lo que cueste. 

Y dicho esto, abandonó el pasillo con aire enérgico y furioso.

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-Entonces esa chica…-empieza a preguntar el señor Kiraman, dejando que Caitlyn sea quien hable.

-Vi.-responde la vigilante con un suspiro, sin saber muy bien cómo afrontar el interrogatorio que se avecinaba.-Es de zaun. Y antes de que lo menciones, no es como lo de allí abajo ¿vale? 

-Ah…y…¿Cómo son los de ahí abajo, cariño?- pregunta súbitamente divertido.

-¿Qué? Pues…ya sabes. Delincuentes y criminales.- responde sin meditarlo mucho. Se calla, lo piensa un momento- Bueno no todos. Los hay que no. Pero lo han pasado mal.

-¿Y crees que en Piltover no hay delincuentes y criminales?-el señor Kiraman alza una ceja y espera la respuesta.

-Si claro que si pero…

-¿Pero?

Caitlyn suspira pesadamente poniendo los ojos en blanco, exasperada con la conversación. Sabía bien a donde quería llevarla su padre, pero le costaba dar su brazo a torcer y admitir que había cosas que no sabía explicar.

-No…no lo sé. Supongo que…somos iguales ¿no? Eso es lo que me intentas decir. Pero nosotros estamos…arriba. Y ellos abajo. Pero…mira lo que han hecho…es decir…esa Jinx…-se le forma un nudo en la garganta, su mirada se desvía a su madre dormida- casi nos lo arrebata todo…

-A mucha gente se lo ha arrebatado todo. La mayoría de los consejeros han muerto y también personas de la calle y empleados.-informa serio y sin vacilar, recuperando un poco el porte serio-Pero eso no significa que todos los de ahí abajo tengan la misma responsabilidad. Ni que tampoco todos los de aquí arriba seamos inocentes. Eres vigilante, Caitlyn…es hora de que aprendas de que el bien y el mal…no son conceptos absolutos.

La chica alzó la mirada empañada de lágrimas hacia su padre y asiente despacio con la cabeza, entendiendo y atesorando cada palabra que éste le dedicaba.

El señor Kiraman relaja su expresión y se recuesta en la silla con una sonrisa.

-Entonces ¿esa chica…?

-Es lo mejor que me ha pasado en la vida, papá.- responde sin titubear

-Y…¿se lo has dicho a ella?

-No pero…

-Díselo.

-¿Qué?

-Que se lo digas, pequeña.- su sonrisa se amplía- Cuando hace un rato me llamaron para decirme lo que había pasado…con tu madre…yo solo podía pensar en que hoy no le había dicho cuanto la quería. Ahora podré decírselo pero…hay mucha gente que esta noche…todos los días…no pueden decírselo a quienes quieren. Es triste ¿no crees? Venga, vete con ella.-insiste de nuevo y hace un gesto con la mano como si quisiera literalmente echar a su hija de allí.

La sonrisa de Caitlyn se muestra amplia, llena de luz y energía, se levanta apresuradamente para darle un beso a su padre y corre para salir de la habitación.

Sale al pasillo y dobla la esquina corriendo con su gran sonrisa…

-Vi yo…¡VI!

Su sonrisa se apagó como un farol ante un vendaval cuando vio que cuatro agentes habían reducido a la pelirrosa en mitad del pasillo y dos procedían a arrastrarla inconsciente fuera del hospital. Caundo vieron aparecer a la vigilante, dos de ellos se quedaron rezagados impidiendo el paso de la Kiraman.

-Apartaos, estáis cometiendo un error, ¡VI! dejádme pasar, dejadme…-forcejeaba con ellos inútilmente.

-Cálmese señorita Kiraman o tendremos que…

-No será necesario, agentes.- la voz de Jayce se escucha detrás de la chica y ésta se gira de golpe, esperanzada.

-Jayce ¡haz algo! Están cometiendo un error…

-No es ningún error. La he mandado detener por robo, obstrucción a la justicia y posible implicación con el atentado de esta noche.

-¿Qué?- Caitlyn no salía de su asombro y horror.

-Lo lamento, Cait, pero no me ha dejado alternativa, no quiso colaborar cuando le pregunté de buenas maneras.

-¿Buenas maneras? Maldito bastardo…¿Dónde se la llevan?-insiste acercándose a él para hablarle muy de cerca y con tono amenazante.

-A la prisión de la comisaría, donde se la va a interrogar. -el gesto de Jayce era duro e impenetrable, carente de emociones salvo una. Ira.- Debo mantener a salvo esta ciudad y para ello debo agotar todas las vías de investigación…

Un tortazo cae sobre la mejilla del inventor haciéndole girar la cara de golpe. Un poco sorprendido rueda los ojos hacia la vigilante que era quien le había propinado la sonora bofetada. Caitlyn no dijo nada más y Jayce alzó la mano para detener la represalia que iba a caer sobre ella por parte de los agentes que se habían quedado mirando la escena.

-Lamento que no lo entiendas. Quédate con tus padres, Caitlyn…eso es lo que tienes que hacer.-y dicho esto se giró en redondo para desaparecer pasillo adelante, al igual que los vigilantes que quedaban.