ARCANE. Más allá del deber 13


La vida que merecemos

Caitlyn había insistido en abandonar Zaun por sus propios medios en cuanto la luz tenue del amanecer se filtraba por los tóxicos gases que cubrían el distrito subterráneo, difuminando un poco las sombras cerradas de la noche pero con escaso resultado. Pero Vi insistió en que no permitiría tal cosa y así fue como acordaron que, al menos, la pelirrosa la vigilaría desde las tuberías y callejones a cierta distancia. 

Nadie podía ver que Vi acompañaba a la vigilante porque entonces su historia se desmoronaría, tan solo Ekko podía saber la verdad y tal vez Jinx, pero ambas estaban seguras de que ninguno de los dos tendría especial interés en charlar con el consejo para contar la verdad. 

Una vez en el puente, Caitlyn echó la vista atrás consciente de que las cámaras de vigilancia no tardarían en detectar su presencia, pero no se sentía con fuerzas de abandonar el distrito suburbano sin verla…aunque fuera una sola vez más.

-Tendré que decir cosas horribles sobre ti…sobre todos- lamentó Cait aquella mañana, casi una disculpa, mientras acariciaba la mejilla de tatuada de Vi, sus cuerpos desnudos entrelazados parecían querer recordar el contacto de la otra para soportar el tiempo que iban a estar separadas.- Debo sonar muy creíble, es posible que oigas noticias pero…- comienza a divagar, buscando las palabras exactas con las que asegurarle a la zaunita que todo lo que pudiera oír serían mentiras.

Pero Vi no quería escuchar nada de eso. No lo necesitaba. Tomó la cara de Kiraman entre sus manos y pegó sus labios con los suyos para silenciarlos. Luego dejó sus frentes unidas y habló sin separarse, alimentándose del aliento que la vigilante exhalaba.

-Lo sé. – dice con simpleza y una sonrisa segura, una que borró de un plumazo todos los miedos de Caitlyn.

Allí estaba, le costó mucho verla, pero en uno de las columnas del puente, en la zona ensombrecida donde aún no llegaban los rayos de sol, distinguió su inconfundible silueta, casi como si la acechara, y Cait volvió a poner aquella suave mueca que era casi una sonrisa muy débil pero que ocultaba una mucho más grande tras ella. No odía ver sus ojos, pero sabía que la miraba, que se miraban. Y eso era suficiente.

Una semana…-piensa la vigilante antes de darse la vuelta finalmente y encaminarse sola de vuelta a Piltover.

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-¿Puedes contarlo otra vez?-insiste el jefe del consejo Jayce Talis, paseando de un lado a otro del despacho del gabinete de seguridad. Junto a él estaba la consejera Mel Medarda, los señores Kiraman y sentada en una silla mientras un médico la examinaba, la joven Caitlyn, como si estuviera siendo interrogada.

-Jayce, ya es suficiente…-interrumpe suavemente Mel rodando los ojos con aire cansado.

-No, está bien, Mel, no me importa…Jayce pregunta lo que quieras, de verdad. No vas a hacer que me sienta más tonta de lo que ya me siento.- asegura la vigilante adoptando un gesto resignado.

Los padres de la chica permanecían a un lado, el señor Kiraman tenía una expresión entre preocupada y decepcionada, mas no con su hija, si no con la situación en general. Sin embargo, Cassandra Kiraman lucía una expresión seria y algo circunspecta. Es ella quien toma la palabra en primer lugar para sorpresa de todos.

-¿Qué pasó con la vagabunda? La chica del pelo rosa ¿cómo se llamaba?-menciona con un deje despectivo.

-Vi.-la corrige Caitlyn modulando perfectamente su tono para que no se trasluciera ninguna indignación- No estoy segura, como he dicho, la perdí de vista cuando Jinx huyó con las gemas y la criatura peluda vino a por mi. Me centré en escapar, le disparé y conseguí despistarla entre las calles, nunca vi un animal así, seguro que es una mutación química creada por los barones químicos.- supone con un brillo inteligente mirando a los ojos de su madre, quien corresponde con el mismo matiz astuto en los suyos.

-¿Y luego? ¿No la buscaste? -pregunta, incrédula, provocando cierta indignación en su marido.

-Cass ya la has escuchado…-interrumpe el señor, incómodo por la situación.

-Está bien papá…sé que suena estúpido pero…supongo que me engañó.- asume apretando los puños y bajando un instante la mirada, como con un bien medido gesto de vergüenza- No fui capaz de dar con ella, y bien sabéis que soy buena rastreando pero ella ocultó bien su rastro en lo profundo de Zaun. Está claro que se asustó cuando vio que no podría recuperar las gemas y no quería que yo la detuviese.

-Más bien me temo que desaparecer en Zaun era su plan desde el principio.- asegura Jayce, ocupando el asiento del despacho que quedaba frente a una gran mesa.- Te dije que tuvieras cuidado con ella…-recrimina chasqueando la lengua, suspira y hunde su cara entre las manos.

-Lo sé, Jayce. Fuiste un buen amigo. Supongo que…me dejé llevar y cometí un error. -se arrellana en la silla, visiblemente incómoda por reconocer este hecho- Mi instinto me falló con ella.- reconoce con un gesto frío y serio.

El médico que revisaba a la joven vigilante terminaba su trabajo y asegura con un asentimiento y una sonrisa que Cait se encuentra en perfectas condiciones.

-Si lo desean puedo expedir un informe detallado cuando haga los análisis de las muestras…-propone el médico guardando en su maletín unos pequeños viales de sangre que había extraído de Caitlyn. La vigilante y Jayce empiezan a negar con la cabeza pero Cassandra toma la palabra antes que nadie.

-Si por favor, doctor, queremos asegurarnos de que el malsano aire de ese asqueroso lugar no haya causado problemas a nuestra hija.- dice sin dudar con un tono que no admitía réplica.

Caitlyn guardó silencio pues no había nada que pudiera decir para evitar aquello, esperaba que el shimmer no dejase un rastro evidente en su organismo, pero en cualquier caso, se preocuparía que estar fuera de Piltover antes de que los resultados pudieran llegar.

-Y…-empieza a tomar la palabra la consejera Medarda, con algo de duda en su tono, uno que trajo de vuelta a Caitlyn al momento presente e hizo que todos los presentes se volvieran para mirarla, pues ya sabían lo que quería preguntar. La vigilante había relatado muy sucintamente lo ocurrido, pero ahora suponía que la hija de Ambessa quería más detalles.- ¿estás segura de que está…?

-Si, consejera, lo lamento…-como prueba, Caitlyn había traído consigo el fajín noxiano ensangrentado de Ambessa- ella…nos tendió una trampa para intentar hacerse con el hextech y cuando supo que no lo teníamos, decidió que sería mejor matarnos a las dos y provocar una guerra entre Piltover y Zaun para conseguir las armas para Noxus.- explica la chica con un tono suave pero firme, mirando fijo a sus interlocutores, especialmente a Mel quien se debatía entre el duelo por la pérdida y el saber que Caitlyn decía la verdad porque ella misma había llegado a la conclusión de que es algo que su madre haría sin dudar. 

-No te disculpes, Caitlyn. Mi madre tenía sus virtudes pero entre ellas no se encontraban los escrúpulos ni la piedad. Habría arrasado con el mundo con tal de obtener sus fines.- descarta sus sentimientos para ponerse una máscara de neutralidad, haciendo ver que lo que había ocurrido era el mejor de los desenlaces- Es cierto que no hemos recuperado la tecnología pero creedme, señores y señora Kiraman…es mejor que ese poder no haya caído en manos de Noxus.- asegura y se acerca a Caitlyn para posar su mano en el hombro de ella.- Has sido muy valiente, Caitlyn, Piltover necesitará personas tan brillantes como tu, espero que podamos contar contigo.- habla mirando a los ojos de la vigilante, no hay asomo de sospecha en ellos, sino confianza absoluta que casi hace ruborizar a Cait. Iba a responder pero Mel no espera y retira su mano.- Señores he de retirarme, será mejor que informe a las autoridades noxianas de lo ocurrido aquí y logre convencerlos de que no inicien una guerra contra nosotros.

-Mel, te acompaño, también es mi responsabilidad esa tarea y creo que si ambos firmamos la correspondencia dará más apariencia de unidad.- interrumpe Jayce alcanzando a Medarda antes de que abandone la estancia. Mel asiente con la cabeza dándole razón y ambos se despiden de los Kiraman respetuosamente.

Un tenso silencio se hace en la familia, Cassandra parece estar esperando algo aún mientras que el señor Kiraman sólo siente incomodidad.

-Vámonos a casa, sólo así empezaremos a olvidar todo esto.- propone con convencimiento el padre, ofreciendo su mano a Cait para que se levante, no pareciendo muy convencido de que se encuentre del todo bien.

-Vale papá estoy bien, de verdad.- pero acepta su mano para hacerle sentir mejor. 

Caitlyn tenía el corazón echo pedazos de tener que mentir de manera tan flagrante a las personas que más quería en el mundo, sabía que su padre debía sentirse terriblemente culpable por haberla animado a ir con Vi en el hospital y que todo saliera mal según la versión de su hija…pero Caitlyn debía permanecer firme en su historia, por el bien de todos…y también el de ella misma y el de Vi. Porque se merecían una vida mejor. Juntas. Y eso era todo lo que importaba.

En Zaun la vida continuaba como estos días atrás. Sin cambios ni novedades, aún se respiraba esa atmósfera de tensión que mantenía las calles semidesiertas, la ciudad subterránea contenía la respiración como si en cualquier momento fuera a pasar algo horrible.

Pero Vi no tenía esa sensación. Para nada. Probablemente la matona del pelo rosa era ahora mismo una de las personas más felices y despreocupadas de toda la región. Bueno salvo por un detalle.

-Bua este lugar apesta…-musita con descontento pateando la basura de una casa abandonada cuya entrada acababa de forzar con la esperanza de encontrar una espacio habitable.

-Venga ya Vi, no es tan horrible, sólo necesita una limpieza, una mano de pintura…-responde Ekko rascándose la nuca con resignación, pero Vi le interrumpe de golpe.

-¿Y qué me dices de eso?- responde con fastidio la otra levantando el dedo al techo para revelar un boquete enorme en el mismo.

Ekko chasquea la lengua y muestra una sonrisa socarrona.

-Un detalle sin importancia ¿igual a Caitlyn le gusta mirar la estrellas de noche?

-Vete a la mierda, Ekko, si no me vas a ayudar no se para qué vienes.- le reprocha con un deje enfadado, aunque no mucho mientras se giraba para salir de allí.

-Oh venga no te pongas así.- el chico la sigue dando unas grandes zancadas.- Ya sabes que yo también necesito un sitio para Powder y ya que no quieres que compartamos casa…

-¿Tú estas mal no?-pregunta alzando las cejas incrédulas- Tu novia secuestró a Caitlyn, la golpeó y la ató a una silla para luego pedirme que la matara…-le recuerda cruzándose de brazos con aire hastiado.

Ekko no pareció impresionado y se llevó las manos a la nuca estirando los hombros.

-Bueno yo también y a mi no me odia…ah y no es mi novia.-aclara sonrojándose un poco esquivando la mirada de Vi.

-Claro lo que tu digas…-responde, no quedando claro si hablaba de la primera cuestión o de la segunda.- Mira siento mucho que los Fireligths no hayan aceptado a Powder en vuestro árbol…-comenta luego poniéndose algo más seria y comprensiva- Yo voy a ayudarte con ella con sus…problemas, la quiero tanto o más que tu, pero añadir a Caitlyn a la ecuación con lo que la odia sólo nos traería complicaciones a todos. Sobretodo a ella.

Ekko suspira resignado, elevando la vista al cielo mientras caminaban sin rumbo por el distrito de las Lineas.

-Si si ya lo sé…ya lo hemos hablado. Y sí…Powder es…inestable. Casi hace estallar un sector completo del refugio…parece que alguien le dijo algo que no le sentó bien…-comenta torciendo el gesto- Pero sé que se pondrá bien, sólo son esos…brotes. Ha pasado por mucho y…-empieza a dejarse caer de hombros, abatido y pensativo

-Lo sé. -le interrumpe Vi antes de que el chico se sumiera en ese bucle de desazón, le da una palmada en el hombro para llamar su atención y que la mirase, recibiéndole con una sonrisa confiada.- Pero si alguien puede ayudarla, eres tu, canijo. El pequeño salvador. Claro que no te voy a dejar solo, a saber las guarradas que le quieres hacer a mi hermana.- añade luego con una risotada que hace sonrojar totalmente al moreno quien mira de lado a lado de la desierta calle, temiendo que alguien la hubiera oido y pareciendo totalmente avergonzado.

-Ay tienes que dejar de decir esas cosas, cualquiera que te oiga va a pensar…

-Pues que les den.- corta inmediatamente exhibiendo aquella sonrisa que emanaba seguridad y socarronería- Por una puta vez nos va bien. Estaremos juntos y todo irá de puta madre. Que les den a los de arriba, que les den a los de abajo. Es nuestra hora Ekko. Se acabó luchar por los demás. Es tiempo de tener la vida que merecemos.

Ekko se contagia de la seguridad de la pelirrosa y vuelve a erguirse para recuperar energía en su caminar.

-Tal vez tengas razón. Yo creo que las cosas tienen que irnos bien ahora. Nos lo hemos ganado…-mira a su alrededor un instante para ubicarse del lugar donde se hallaban y entonces posa su mano en el hombro de Vi, señalando a un lugar.-Ey ¿has visto…?

Confundida, Vi mira donde Ekko señala y se para en seco con los ojos abiertos como platos.

-Esa es…perfecta.- resume la matona con una gran sonrisa.

El tiempo que no pasaba siendo interrogada por policías, miembros del consejo y, cómo no, periodistas, Caitlyn lo gastaba en su cuarto, con la puerta cerrada a cal y canto, paseando como un animal enjaulado por decisión propia, era mejor así, al menos allí dentro, en su intimidad podía soportar la carga de sus mentiras y su ansiedad sin tener que engañar a nadie.
Llevaba ya un par de días de vuelta en su mansión y sin embargo nunca se había sentido más fuera de lugar.

Todo el lujo, la suavidad de las sábanas, el aroma de las flores…todo le causaba una gran repulsión. Pero no era culpa de las cosas que la rodeaban sino de su malestar, su necesidad de huir de todo eso…y la joven Kiraman volcó todos aquellos sentimientos en su pequeño y último secreto…su huida. Cada vez que sentía que el ritmo de la ciudad descendía y que no iba a ser interrumpida, Caitlyn se dedicaba a organizar pequeños bultos prácticamente la totalidad de su vida. Pero era una tarea imposible. No podía llevar tanto equipaje, pero tampoco sabía qué podía dejar atrás ¿Sus manuales de criminología? No, era demasiado voluminosos ¿Y si solo se llevaba sus cuadernos de anotaciones? Si eso podía ser, pero necesitaría una cartera para guardarlos de la humedad que abundaba en Zaun, y todos sus estuches eran demasiado lujosos.
¿Y las lunas y los mapas? ¿Cómo iba a guardar los delicados instrumentos de medición sin que se rompieran?

Todas estas cuestiones dejaban la mente de Caitlyn abotargada y dolorida, por lo que acababa cayendo en un sueño intranquilo cargado de cansancio y ansiedad, se removía en sueños, murmuraba y buscaba algo en las sábanas…alguien a quien no encontraba. Entonces se despertaba, entre enfadada y asustada, con un nudo en el estómago que amenazaba con dejarla sin respiración.

A este paso acabaré yéndome con las manos vacías.- piensa para sí misma negando con la cabeza en la oscuridad de su habitación. Una sonrisa cruza sus labios y se pone las manos tras la nuca, reflexionando acerca de esto último.
En realidad de eso se trataba ¿No? Una nueva vida, empezar de cero, ya no sería más Caitlyn Kiraman, Vigilante de la Ciudad de Progreso. No, todo eso quedaría atrás, no le serviría allá donde iba, lejos de la hipocresía y del lujo, en Zaun también había delitos y corrupción pero al menos estaría con ella. Con su pelirrosa…con aquella que le había dado un giro de ciento ochenta grados a su vida…con Vi no necesitaba nada más.

Y con este pensamiento se quedó dormida, con una sonrisa en los labios y la mente en paz.

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