ARCANE. Más allá del deber 12


Promesas

Había sido doloroso…más incluso, una maldita tortura. 

Viktor había destilado una gran cantidad de flores, concentrado el jugo de sus estambres en el avejentado laboratorio, llevaba horas, tal vez días trabajando en ello, el tiempo era difícil de medir aquí abajo. 

-La vida es para aquellos que se la ganan Viktor…-susurraba la voz en su cabeza, la misma que le había acompañado desde la explosión en el consejo, un amigo interior de voz grave y profunda a quien no necesitaba responder, pues estaba siempre acompañándole, indicándole el camino, aconsejándole…el investigador no era un necio, sabía que no se estaba volviendo loco, aquella voz era un manifestación interior del núcleo hex impregnado en su biología…desde su primer contacto a través de la sangre, Viktor supo que una parte del núcleo vivía en él…y él en el núcleo, una relación simbiótica que postergaría su vida y le dotaría del potencial que merecía…¿el precio? No importaba.

Con ayuda de aquel ser había duplicado el núcleo, al menos en apariencia, seccionando una pequeña parte del mismo que, como una esponja de mar, había creado un segundo núcleo que engañaría a cualquiera que fuera a buscarle a su laboratorio. Nadie podía saber que el núcleo había desaparecido, eso solo haría que redoblasen los esfuerzos en buscarle, Viktor conocía bien a Jayce y ahora el núcleo hex también conocía bien al hombre del progreso. Porque eran uno, dos mitades de un mismo ser.

Sin embargo aquel engaño tuvo un coste y es que cuando Jayce destruyó la copia en el laboratorio…ambos lo sintieron. Como un rayo, Viktor sintió los golpes del martillo, atravesando su corazón amenazando con partirlo en dos…si esos golpes los hubiera recibido en su piel de seguro no habrían supuesto tanto dolor. Se desmayó, incapaz de continuar con su trabajo por varias horas…pero finalmente despertó, el núcleo titilaba con fuerza de nuevo, las flores continuaban su espectáculo luminario como si nada hubiera pasado.

Continúa Viktor. El progreso no espera.- le apremia la voz en su mente, exigente y reconfortante, el inventor no necesitaba más alicientes. Su engaño había funcionado, sin duda Jayce lo daba por muerto y por eso había querido cumplir la promesa que le hizo en el Sumidero.

-Es mejor así. Al final fuiste un buen amigo y todo…de los dos eras tu el que tenía el corazón más grande.- le reconoce en voz alta como si hablara con su viejo colega, una sonrisa fugaz, triste y resignada se forma en sus labios mientras vuelve al trabajo.- Y el cerebro más ingenuo.- completa con un suspiro hastiado.

Una pequeña porción de shimmer natural empezaba a condensarse en el pequeño alambique, un goteo incesante, lento pero seguro. Se sorprendió al comprobar lo similar que era en color esta nueva sustancia sin adulterar con el propio núcleo hex, fue anotando cada una de sus observaciones en su cuaderno de campo. Aún le quedaban horas de trabajo por delante pero tenía que hacerlo bien pues no estaba dispuesto a correr riesgos; no ahora que estaba tan cerca de su gloriosa evolución.

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Suena una música, trompetas y tambores, parece un pasacalles. Jinx abre los ojos y frunce el ceño buscando el origen de esa atronadora y cargante melodía. Al levantarse se encuentra sobre arena, en mitad de un círculo e iluminada por focos que hacen arder sus retinas. La música sube de volumen y se torna tan alegre como siniestra, ensordecedora, alza las manos y se para los oídos para no escuchar. Cierra los ojos.

Y para. De golpe. 

Y empieza a oír, a pesar de tener las manos tapando sus orejas, otra cosa, una conversación.

Abre los ojos y mira otra vez en derredor. Nada ha cambiado, pero ahora ve más allá de la arena y vislumbra una grada que se dispone en circular entorno a ella. Está en un circo, ahora se da cuenta, mira arriba y distingue los colores rojo y blanco a rayas que se alternan en la carpa.

-Ah mira, al menos veré un número de payasos.- se consuela la peliceleste, volviendo a centrar su atención en aquello que había empezado a escuchar. Se oye el sonido sordo y metálico de un foco al encenderse y su haz de luz ilumina un pequeño reducto de las gradas, vacías excepto por las dos personas que hablaban.

Jinx las reconoció enseguida. Eran Ekko y Caitlyn. 

-¿Juntos? Venga ya, esta alucinación está perdiendo todo su realismo…-se queja la tiradora bufando aunque sigue la conversación.

Ekko: …no te enfades…

Caitlyn: …lo sé…

Ekko: …frágil, dulce…felicidad…

Caitlyn:…proteger las partes vitales…

Ekko: …muy caliente…

Caitlyn: …muy dolorosa…

¿Qué? No se os entiende nada, hablad más alto…diantres, odio que me dejen así…-protesta, algo enfadada por el tono de la conversación, que no podía dejar de mirar.

Ekko: ¿quieres a Vi?

Caitlyn: …No…ella…seguro

¡Ajá! Lo sabía, no la quiere, la he calado, tengo que avisarla…tengo que…-interrumpe sus propios pensamientos porque las figuras siguen hablando. Y están cada vez más cerca, aunque la imagen se empieza a emborronar y a distorsionar, los cortes entre las voces más pronunciados, como si hubieras sintonizado mal un canal de radio.

Ekko: Vulnerable….

Caitlyn: Quieres a Jinx.

Ekko: Tontería…no…Vigilante…no quiero perderla

Caitlyn: …como a una hermana…

Las figuras se acercaron definitivamente y comenzaron a besarse de una manera grotesca, libidinosa, parecían devorarse el uno al otro.

-¡NO NO NO NO VAS A QUITÁRMELO A ÉL TAMBIÉN!- espeta Jinx, echando a correr en dirección a la grada, pero por algún motivo no los alcanzaba, cuánto más corría, más se alejaban haciéndose pequeñas en la distancia- ES MENTIRA, ÉL ME QUIERE…ÉL ME QUIERE….- chilla desesperada, jadeando, se nota sudar copiosamente, tiene mucho calor, se deja caer de rodillas y siente ganas de llorar.

Una nueva voz se escucha, ahora tras ella, no muy lejos, se gira inmediatamente al reconocerla.

-¿Powder?-pregunta Vi  allí plantada a unos pasos de ella, luciendo una mueca de desconcierto, el brillo de la esperanza en sus ojos.

Jinx se gira de golpe y se da cuenta de que ya no está en la arena del circo, sino en aquella azotea, el humo azul aún no se ha disipado del todo. Sus ojos se llenan de lágrimas hasta rebosar y salirse por sus párpados.

Se levanta y corre hacia su hermana, sus cuerpos chocan y se abrazan con fuerza, Jinx rompe a llorar en sus brazos mientras Vi la consuela y le besa en la frente.

-Calma pequeña, ya estás a salvo, estoy contigo…voy a alejar a todos los monstruos y volveremos a ser una familia…te lo prometo.- susurra con esa voz tan cálida, tan afectuosa. 

A Jinx ya no le importaba si esto era también una alucinación, aquella Vi incluso olía como su hermana, su piel estaba caliente y resultaba reconfortante estar entre sus brazos.

-Te…te busqué…pero no te veía…sólo te oía en mi cabeza. Siempre estuviste conmigo, Violet…-lloriquea la peliceleste, escondiendo la cara en la chaqueta de la mayor, a lo que ésta responde apretando su abrazo.

-¿Buscarme? ¿Porqué?-pregunta Vi, extrañada.

-Quería ayudar. Sólo quería ayudar.- responde Jinx alzando un poco la carita para mirar a su hermana a los ojos.- ¡Pretendía salvarte!

-¡¿Ayudar?! ¡¿Cómo eh?! ¡Lo has estropeado todo!- espeta de golpe Vi, apartando a Jinx de un empujón que la hace caer al suelo. Desde el suelo, la peliceleste vuelve a ponerse a llorar, lágrimas de rabia y de miedo.- ¡Te dije que no te acercaras!

-Por favor por favor por favor Vi…

-¡Te dije que no te acercaras!- en dos pasos llega hasta Jinx que se ha levantado justo para recibir el puñetazo de su hermana en toda la cara, de nuevo cae al suelo dolorida llorando sin remedio.- ¡Das mala suerte! ¡Todo es por tu culpa!-le grita de nuevo muy cerca de la cara y luego pasa de largo y empieza a alejarse.

-¡Violet! ¡Vi! Por favor no te vayas, no me dejes, ¡te necesito!-llora desconsolada, alargando la mano en la dirección en que se había ido…sobre ella, recortando el cielo nocturno, se ve la estela de color azul que el cohete había dejado en el firmamento y la cúpula destrozada del consejo, cual si fuera un trozo de metal al que alguien le había dado un mordisco.-Te…te necesito…

-Pero ella no te necesita a ti. Me tiene a mi.- suena una nueva voz fría e impasible al lado de ella. Jinx alza la vista y retrocede arrastrándose por el suelo para huir de la figura de Caitlyn que porta una espada noxiana de grandes dimensiones.- Tu sólo causas problemas. Por eso no quiere quedarse contigo. Ni ella ni nadie.- Caitlyn alza la espada y se prepara para asestar un golpe, la peliceleste alza las manos como si pudiera evitarlo, pero el arco traza su camino abre una profunda herida en el vientre de la chica, que grita de dolor…y todo se vuelve negro.

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En la Última Gota, Ekko frunce el ceño de preocupación al ver como Jinx se agita y vuelve a humedecer el paño en el agua fría para luego volver a acomodarlo sobre la frente de la malherida. Caitlyn se da cuenta de lo angustiado que está el chico y saca fuerzas de donde no las tiene para acercarse y posar una mano en su hombro.

-Llegará a tiempo. La salvará, no lo dudes. -afirma con seguridad la vigilante, desviando cada poco la mirada hacia la calle, esperando ver aparecer una corta melena rosada en cualquier momento.

Sin atreverse a contestar con palabras, Ekko lanza un suspiro entrecortado y asiente débilmente con la cabeza. Era el momento de tener fe.

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Tambaleándose por dolores que ni siquiera podía comprender, la criatura Warwick se arrastraba por los callejones de Zaun de vuelta al lugar que le había sido implementado mediante condicionamiento como “casa” y éste era el laboratorio de Singed en la superficie de Zaun.

El científico observó su llegada desde el ventanal y pulsó el botón que había de abrir la compuerta inferior para que su mutación entrase; nunca tuvo duda de que volvería, pero al parecer lo había hecho con las manos vacías.

Warwick entra a su guarida, un rincón excavado en piedra que hacía las veces de celda y se acurrucó en ella para lamerse las heridas, hurgando en su piel hasta sacar el enorme proyectil grabado con las llaves cruzadas de la casa Kiraman. La bala rodó hacia fuera del cuarto y termina a los pies de Singed que, acompañado por Sevika, habían bajado a la planta subterránea para comprobar el estado del ser.

-Ha fallado.-espeta Sevika, molesta, recoge el cilindro metálico del suelo y lo examina  cuidadosamente.- Kiraman…¿La vigilante está aquí? Seguro que no está sola, esto es la guerra.- afirma categóricamente la matona, apretando la bala en su puño cerrado en gesto vengativo.- Me has hecho perder el tiempo, tu y tus monstruos sois absolutamente inútiles. -rabiosa, la mujer se acerca peligrosamente al científico, quien no se amedrenta ni retrocede, solo observa a Sevika con una expresión indescifrable.

-Cuidado, Sevika, yo no tengo el amor de Silco ni su piedad.- musita, suave, sin deje de amenaza en su tono, parecía mas bien que comentaba una obviedad- Céntrate en tus asuntos y yo lo haré en los míos, te avisaré cuando tenga resultados.- y le aparta la mirada para volver su atención a su cuaderno de notas, donde parecía estar apuntando detalles sobre las heridas y la regeneración de la criatura, ignorando totalmente la presencia de la morena.

Esa socarronería tocó en lo más profundo de su ser el orgullo de Sevika quien era una mujer más bien impulsiva, que, al verse ignorada de tan flagrante manera, lanza un revés al cuaderno del científico arrebatándoselo de las manos con un gesto violento y amenazador. En el mismo momento en que el objeto toca el suelo, un gruñido profundo y poderoso proviene del interior de la celda, que no estaba cerrada y Warwick se empieza a acercar caminando en forma bípeda hacia la matona.

Sevika retrocede un paso, aparta la capa de su brazo mecánico reconstruido y empieza a cargar un golpe que no llega, pues cuando lo lanza éste es detenido sin esfuerzo por la enorme garra de Warwick.

-Dile que se detenga.- ordena Sevika al notar como el lobo gigante cierra su presa sobre el apéndice mejorado de la mujer, amenazando con destruirlo lentamente hasta arrancarlo de cuajo.

Singed se aparta dos pasos de la escena y recoge su cuaderno, tomando de nuevo notas mientras todo sucedía, parecía muy interesado en lo que ocurría.

-¡Singed!- grita la matona, incapaz de escapar del agarre del animal, el shimmer proveniente de las válvulas del mecanismo empieza a derramarse cuando las mangueras hidráulicas se rompen.

-Es suficiente, Warwick. Déjala.- manda el hombre finalmente y con un gruñido y un resoplar furioso, la criatura suelta de golpe su presa y mira con odio a ambos humanos antes de volver a su lugar, despareciendo en las sombras de su caverna.- Tienes suerte de que aún te necesite para mantener las cosas tranquilas por aquí abajo. Ahora vete y no vuelvas a molestarme.- advierte sin apenas dedicarle una mirada.

Rabiosa y más asustada de lo que nunca se atrevería a reconocer, Sevika se cubre los destrozados mecanismos con su prenda y termina por abandonar el lugar sin decir una palabra más, rumiando para si misma su frustración. 

Sería mejor dejar a los locos tranquilos, ella tenía otras cosas que hacer. Saca la bala de su bolsillo y alza la vista por encima de las grises calles de Zaun, hasta mirar la excelsa altura de la ciudad de Piltover.

-En una cosa tenía razón Silco…tienen que aprender a respetarnos. Y prometo que lo harán.

Con los pulmones a punto de estallar y las piernas ardiendo de esfuerzo, Vi cruza las últimas calles que la separan del que fuera el bar de su padre. Caminaba con el paso acelerado, en Zaun no era buena idea que te vieran correr, eso llamaba demasiado la atención, aunque debido a la situación que se respiraba en la ciudad subterránea, lo cierto es que no se cruzó con demasiados curiosos en su camino. 

Alza un poco la vista para vislumbrar lo que quedaba de las ventanas de aquel local y apretó los puños dentro de los bolsillos de su pantalón. Esperaba que no fuera demasiado tarde.

-Aquí está.- anuncia Caitlyn con la voz tomada por el dolor y el cansancio pero aún así utiliza un tono enérgico y esperanzado cuando ve aparecer a Vi que traspasa la puerta del local para luego cerrarla tras de sí y levantarse la capucha que le cubría. 

La zaunita fuerza una sonrisa teñida de amargura para la vigilante, quien no tiene fuerzas para levantarse a recibir a la pelirrosa, pero también le dedica una mueca aliviada por verla.

-Vamos no pierdas tiempo, ella te necesita.- la apremia Cait, carraspeando para ocultar el dolor tras su voz, aunque Vi lo notó y su gesto se ensombreció. 

Vi se aproxima a Ekko que la recibe sin despegar la mirada de ella, suspicaz y desconfiado sin poder evitarlo.

-¿Y la ayuda? Pensé que traerías un médico o…

-No. Un médico no la salvará.- niega la chica rebuscando en sus bolsillos y extrayendo un frasco de líquido rosado que destellaba en la penumbra del local.

-Eso es…-empieza a decir Ekko, poco convencido-No sabes cómo puede afectarle…¿y si se pone peor?

-¿Prefieres que muera?-espeta Vi de mala gana, lanzando una mirada fulminante al chico del cabello blanco, quien avergonzado, baja la mirada y niega con la cabeza. 

Vi abre el bote y empieza a acercarse para hacer que Jinx lo tome pero entonces es detenida por Ekko.

-Lo haré yo.- demanda con un tono que no admitía réplica, Vi lo mira sin comprender por un instante, aunque luego pasa sus ojos de hito en hito entre uno  y otro y, finalmente deposita el vidrio con mucho cuidado en la mano del líder de los Fireligths.

Desde su posición algo alejada de esa escena, Caitlyn se hallaba de nuevo apoyada sobre lo que quedaba de la barra del bar, desmadejada como una muñeca rota, hacía rato que la bolsa de gel refrigerante había dejado de hacer efecto y la vigilante se estaba centrando tan solo en mantener los ojos abiertos, pero lo cierto es que todo a su alrededor de distorsionaba cada vez más.

Contempla la escena entre Vi y Ekko, escuchando la conversación, excepto casi al final, cuando Vi le entrega el frasco y le susurra algo al chico moreno, algo que la joven Kiraman no alcanza a oír.

Entonces Vi se levanta y se reúne con la vigilante a la que coge en brazos sin esfuerzo para empezar a subir las escaleras.

-Espera…Vi…no es necesario que…-protesta la orgullosa Cait posando la mano buena en el hombro de la pelirrosa como si con ello pudiera detenerla, a lo que la zaunita solo responde con una débil risilla.

-Mira que eres terca, pastelillo.-musita divertida, apreciando esa parte de su personalidad con una profundidad y una sinceridad que dejó a Caitlyn sin palabras.

Llegaron a lo que fuera el despacho de Silco, no era un lugar muy acogedor pero serviría, Vi posa a la vigilante en el sofá recostada y acerca una silla para acomodarse a su lado. Empieza a buscar algo en sus bolsillos.

-¿Qué ocurre, Vi?-pregunta desconcertada la vigilante- ¿Porqué hemos subido? No deberías estar con…

Enmudece al ver lo que la pelirrosa saca de su pantalón. El segundo frasco de medicina de shimmer resplandece en su mano mientras saca el tapón.

-Vi…¿qué has hecho…? ¿Y las…y las gemas?-pregunta Caitlyn palideciendo por momentos, pero ya no por la pérdida de sangre, sino por el terror- Vi tu no…

-Caitlyn…tómalo por favor. Ya no hay vuelta atrás igualmente.- insiste la zaunita, acercando el frasco a los labios de la vigilante.

-Pero no podrás volver a Piltover…pensé que…pensé que sólo cambiarías una de las gemas…podríamos haberlo arreglado, podría haber hablando con Jayce, recuperar una es mejor que ninguna.- susurra con desespero, mirando el líquido rosado como si fuese el más peligroso de los venenos.

-Y tu habrías perdido la pierna y el brazo.-corta Vi, tajante, tomando la mano derecha de la vigilante y cerrándola con la suya entorno al vidrio.- Por favor. No podría vivir con ello.- suplica con un tono roto, al límite de sus emociones.

Caitlyn vuelve a guardar silencio, perdida en los grises ojos de la zaunita, sabía que era inútil luchar contra esa mirada, esa triste determinación. Lo estaba apostando todo…a una carta perdedora, sabiendo que tan solo le quedaban dos opciones tras esto…la prisión o una vida escondiéndose. A efectos es prácticamente lo mismo.

La vigilante supo que no tenía derecho a rechazar ese sacrificio, por mucho que significara el fin de lo que podrían haber construido…Vi había tomado su decisión. Caitlyn aprieta el frasco entre sus manos y se lo lleva a los labios, dejando que el líquido se vierta en su garganta.

El efecto fue inmediato, sintió un grandísimo dolor que provocó un notable espasmo en todo su cuerpo, la toxina se extendió por cada vena y cada arteria a la velocidad del rayo y Vi tuvo que abrazarla fuerte para que no cayera del sofá ni se hiciera daño. Caitlyn dejó escapar un grito mezcla de agonía y rabia mal contenida ya que su cuerpo se veía expuesto a una transformación parcial que le daba fuerzas para regenerarse…y por suerte nada más. 

Una lagrima púrpura escapa de la comisura del ojo de la de Piltover mientras su rostro era sostenido por una muy preocupada Vi, que se mantenía a escasos centímetros de ella, observando cómo los espasmos parecían estar “recolocando” sus articulaciones y huesos rosto en un proceso que tenía aspecto de ser una agonía.

-Aguanta, pastelito, aguanta…-musita la zaunita besando la frente de la del pelo azul al tiempo que la estrechaba entre sus brazos y se obligaba a tener fe.

Esos segundos se hicieron eternos pero al final terminó el sufrimiento y Caitlyn volvió a abrir los ojos, completamente aclarada su visión, lo primero que vio fue el rostro compungido de la pelirrosa sobre ella y no pudo por menos que dedicarle una sonrisa suave.

-E…empieza a gustarme que…que me llames así.- corresponde alzando un poco un lado de los labios para mostrar media sonrisa cansada.

-Eres idiota, Kiraman.-la reprende la otra, aliviada por las palabras de la vigilante y también por ver cómo el brillo rosado que había teñido los ojos de Caitlyn iba desapareciendo como si nunca hubiera existido.

Cait sólo responde con una risita suave, acomodándose en los brazos de Vi sintiéndose tan bien y tan recuperada de pronto que todo parecía haber sido un sueño. Un mal sueño.

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Entretanto, Ekko había dado a beber a Jinx el shimmer y su efecto fue el mismo que con Caitlyn, un espasmo como una descarga eléctrica recorrió su cuerpo y el chico la abrazó con fuerza para evitar que se lastimara, aguantando el tiempo que duró la ráfaga de dolor que agitó a la peliceleste hasta que su cuerpo volvió a quedar relajado y medio adormecido.

-El…el pequeño salvador…-susurra la voz bien modulada, sin estridencias, de Jinx en el oído de Ekko, haciendo temblar hasta la última fibra de su ser.

-Pow pow…-responde el otro con una sonrisa que se podía adivinar en su tono, sin prisa por finalizar el abrazo, temiendo que, cuando este acabara, la magia del momento se les escapara como agua entre las manos.

Jinx toma un poco de distancia, dejando caer su cabeza hacia atrás para mirar a los ojos al moreno, buscando su cara con las manos para acariciar sus mejillas anegadas en lágrimas.

-Siempre fuiste un poco llorón…-le dice con aire socarrón y algo malicioso, pero había un brillo cálido e inocente en aquellos ojos rosados, había un ápice de humanidad y de vulnerabilidad en ellos. 

Y para Ekko, esa mirada significaba esperanza.

-Tenía que serlo, si no te habrías sentido muy sola en tus pataletas.- le devuelve con sorna, acariciando la mejilla de la pálida, que gira un poco la cara para alargar el contacto.

Guarda silencio unos minutos, las voces de su cabeza parecían haber cesado, la permitían disfrutar de la quietud del momento.

-¿Donde está Vi…?-pregunta dubitativa, como si tuviera miedo de la respuesta, pero Ekko muestra una sonrisa confiada al tiempo que se inclina para besar su frente y luego le da otro beso en la punta de la nariz.

-No te preocupes. La verás muy pronto, lo ha prometido.- asegura el moreno disipando las dudas de la chica, que suspira con cierto alivio, rodeando con sus brazos la nuca de Ekko.

-Estoy…cansada. ¿Podemos irnos a casa?-su tono casi se vuelve infantil y meloso, suplicante y débil. Jinx se sentía en paz en brazos del moreno, él parecía alejar la pesadilla de su mente…al menos por ahora.

-Claro.- y sin esperar un momento más, Ekko levanta sin dificultad el liviano peso de la muchacha para abandonar la taberna por el ventanal, con cuidado con los cristales que habían quedado en los laterales y avanzando para perderse en las calles de la ciudad subterránea.

-Una semana.-Caitlyn rompe el silencio reinante del despacho para soltar aquellas dos palabras que dejan a Vi desconcertada, convencida de que se había perdido algo.

-¿Qué?-confusa, la pelirrosa alza la mirada para verla, separándose un poco de su abrazo, abandona la silla para ocupar el sofá al lado de ella.

-Sólo necesito una semana para poner algunos asuntos en orden…contar lo que ha pasado aquí abajo, lo de Medarda…diré que no encontramos las gemas y…

-…di que te traicioné. -termina Vi, entendiendo lo que Caitlyn quería decir pero no se atrevía a pronunciar.- Ambessa tenía razón en una cosa…la historia la cuentan los vencedores ¿no?-se ríe un poco con amargura.- No importa, Cait, ellos querrán mi cabeza igualmente.-insiste al ver que a vigilante no le hacía gracia mentir y menos hablar mal sobre la persona que más amaba en el mundo.- Di que me perdiste, que aproveché la confusión para dejarte tirada. Esa es la historia que convencerá al consejo. 

-No me gusta pero…tienes razón. Sólo una historia así será sólida, una que refuerce lo que ya piensan de todos lo que vivís aquí abajo…-asume con frustración, bajando la mirada.

Vi le toma la barbilla y deposita un beso en los labios de la vigilante, estrechando su abrazo.

-Sólo me importa lo que pienses tu, pastelito.- asegura con un tono seductor, pero no por ello menos sincero que hacer sonrojar a la joven Kiraman.

Tras el beso, Cait se queda descolocada, perdida en su hilo de pensamientos, como si fuera incapaz de retomar lo que iba a decir en un principio. Sacude la cabeza, algo nerviosa porque Vi tuviera ese poder sobre ella pero carraspea vuelve a empezar.

-No me distraigas poniendo esos ojitos de ligona…-le recrimina mordiéndose el labio inferior- Pues…eso y luego…en esos días me aseguraré de que todos crean esa historia y luego…luego volveré. Aquí. Contigo. 

-¿Cómo?-de nuevo pone esa expresión desconcertada. Pero ésta cambia en seguida por una de feliz incredulidad- ¿Hablas en serio?

-Si.-asegura Caitlyn, absolutamente serena, con una sonrisa en los labios que no restaba convicción a sus palabras.- En una semana. Puede que antes. Nos esconderemos juntas y…aprenderé a amar este lugar como tu lo amas. Tenemos la oportunidad de ser felices Vi. Es nuestro momento. Ya hemos sacrificado demasiado por los demás.- afirma con aplomo, tomando las mejillas de Vi entre sus manos y uniendo sus labios en un tierno beso, un abrazo húmedo que les puso la piel de gallina a ambas, haciéndolas respirar con agitación.

-¿Una semana?-inquiere, incrédula la de Zaun, tocándose ambas frentes con las manos entrelazadas.

-Puede que menos. Lo prometo.-susurra apretando sus manos.

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